Santander espacio abierto, al mar, a la montaña, a los verdes prados.
Amanece junto al Faro. Ciclamos suavemente hacia su luz.
Luces y sombras nos acompañan.
Bosque de chopos y tamarindos junto al mar, y suelo acolchado para nuestros pies.
Fina arena que el nordeste aplana.
Al sur la bahía inspira, piquen o no piquen.
Susurros de jarcias en Puertochico, con viento en calma.
La grúa quiere coger al Porracolina, misión imposible.
Mientras, los prácticos conducen el carguero a Puerto.
Postales para quien madruga y sin prisa mira aquí y allá.
Y permanece a retaguardia esperando que salten.
Casas que parecen palacios.
Y palacios que de verdad lo son.
Hayas, pinos, laureles, encinas...y campo, mucho campo. Nuestro gim.
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