martes, 23 de noviembre de 2021

HIJEDO. VAMOS A MONTE. ALFOZ DE SANTA GADEA.

Nunca los mayores decían que iban al monte Hijedo o al bosque. Ellos sencillamente iban "a monte".
Ir a monte era tan común como ir a comer o ir a dormir.
Nosotros también hoy vamos a monte. Yo así lo recuerdo y asocio.
Nada más entrar por la Boca el Río ya encontramos las primeras joyas. Haya trasmocha y tejo.
Esto parece que forma parte de un plan europeo de conservación, en este caso de los pequeños tejos, para protejerlos de predadores como los corzos.
Esperemos que la primera nevada no destruya el tinglado y acabe como chatarra en cualquier lugar del entorno.
Aquí tenemos un ejemplo de como los corzos se rascan la cuerna en los troncos de los acebos.
Camino alfombrado y mañana fresquita, pero muy agradable.
Incluso el sol hace acto de presencia llegando a La Cabaña. Aquí echaremos las once.
Precioso ejemplar de tejo nacido en la grieta de la roca y abrazado a ella como un pulpo.
Predominan en Hijedo los robles albares rectos como mástiles, pero tampoco las hayas se quedan cortas.
Tejo con la misma querencia por la roca.
Otro ejemplo de haya trasmocha que nos habla de la importancia que tuvo el carboneo en Hijedo. Actividad que pudo poner en peligro la supervivencia del monte como ocurrió en otros lugares.
Todavía se notan las carboneras entre la hojarasca, y también los aserraderos para el uso del serrón.
Un bonito circuito de nueve km que nos va abriendo el apetito.
También el exterior tiene su encanto.
La foto satélite nos orienta del circuito que hemos caminado dentro del total de la masa arbolada. Nosotros hemos estado en la parte burgalesa.
Hablar de Monte Hijedo es hablar de leña. Lo primero que hacemos al regreso es echar un leñazo y abrir el tiro.
El paseo entre robles nos pide repostaje.
Muy buena la paella valenciana, al calorcito y en buena compañía.









miércoles, 17 de noviembre de 2021

SILENCIO, SE RUEDA.

Dos motivos principales nos empujan a abandonar el sofá y decidirnos a salir del agujero.
El primero es que tenemos ganas de pasar un poco de frío, de sentir el viento en el rostro.
Para ello nada como elegir el Valle de  Valderredible donde el pronóstico son 8 grados de máxima, y viento moderado del norte.
El segundo, será este homenaje final de ruta en forma de una buena ración de callos cocinados en casa y acompañados de unos huevos escalfados.
Así que de buena mañana ponemos rumbo a tierras de la Valdivia. Dejamos el Castro Bernorio a nuestra derecha.
Y pedaleamos por tranquilísimas carreteras.
Y por antiguas calzadas, como esta de Puentetoma.
Pequeños pero interesantes pueblos.
Siempre fijandonos en los mínimos detallles.
Y disfrutando de los últimos días de otoño.
Seguimos en silencio.  Nada por aquí, nada por allá. 
Solo paisaje deslumbrante.
Al fondo La Mesa en la meseta de Las Tuerces.
Fuerte olor a taninos por este paisaje de rebollos.
Cómo estaban los callos!!!! Muchas gracias Rosa.
El cuerpo pide siesta al calor de la chapa, pero optamos por un suave paseo por el pueblo. 
Seguimos en silencio. Ni un alma!!




lunes, 15 de noviembre de 2021

ORÍGENES.

Tanto si ha sido el tablazón o el medianil, lo que ha separado tu cama del payo o pajar, el vínculo creado ha sido el mismo.
Este grupo ha nacido muy cerca del pesebre y la acilera o al menos ha compartido tareas relacionadas.
( Cabaña con  barbicana, o doble pared para protección.)
Es por ello y por curiosidad innata, que la excursión de hoy supone para nosotros mucho más que una mera ruta senderista.
Supone adentrarnos, ayudados por el maestro, en los orígenes de este singular pueblo conocido como pasiegos.
( Acceso al payo por la escalera con su patín.)
Y esos orígenes hemos de buscarlos a 1300 m. de altitud cuando aquellos primeros pastores cuidaban los ganados de sus amos en los pastos comunales.
(Ventano.)
Desde Peña las Hazas o el Cotero tuvieron buenas vistas para otear y elegir los mejores lugares.
Partiendo del chozo  y el corral en el antiguo sel, el pastor, en régimen de aparcería, se va haciendo con animales propios y se independiza, cercando pequeñas fincas y construyendo las primeras cabañas.

Algunos nos dejaron pistas en forma de fechas, generalmente en las piedras que conforman la entrada de la cabaña.
(Cabañal de Sel de Peña, 1761.)
Cada finca lleva aparejada su cabaña y varias de ellas forman el cabañal.
(Ventano ojo de buey. Sel de Peña.)
Algunas adosan colgadizos y otras porciles para ganado menor como puede ser un cerdo.
(Posadera junto a la puerta.)
No lejos de la cabaña el enfriadero o cuvío para conservar leche y derivados.
(Cabaña con leñero muy cerca.)
Nada es tan simple como parece, nos encontramos en el cabañal de Uyago, observando varios elementos de los descritos anteriormente, pero además aquí estamos ante la rara presencia de un huerto pasiego, bien protegido por una alta pared.

Hemos de seguir camino, que las tardes de noviembre no tienen para una parlada. Ponemos rumbo a Ormías de Abajo aunque aun nos encontramos justo por encima de los 1000 m. de altitud.
Al fotógrafo no hay manera de echarle para abajo.
Los que sí bajaron fueron los pasiegos construyendo cabañas más acojedoras o vividoras, dejando las de altura para determinadas fechas del año.
Aventura nuestro guía que las cabañas de altura quedarán como restos arqueológicos etnográficos. 
Las más bajeras combinarán diversos usos, a saber, agropecuarios, segundas residencias y turísticos. 
Sea como fuere el día ha sido rico en disfrute y ampliación de conocimientos.
Si a edad temprana aprendiste a montar en bici, nunca se olvida. Esto tampoco.