jueves, 27 de octubre de 2022

VALLE DE AGUAYO. GRAN RESERVA.

Recorremos parte del extenso término de este Valle donde se respira esencia ganadera.  Vacas pasteras, caballos y yeguas por los cuatro costados.
Contamos con guía nativo, lo que conlleva ciertos riesgos, pero aporta muchos matices.
La presa de Alsa a nuestros pies, poco agua y de color del barro de la última tormenta.
Praderías, prados de siega, monte bajo y mucho arbusto, espinos y avellanos. Y hayedos en la umbría. Un escalonado paisaje digno de recorrer y admirar.
El carboneo fue una de las actividades derivadas de la abundancia de arbolado y de la proximidad de ferrerías.
La última vez que nuestro guía pasó por aquí no se había producido el argayo que nos corta el camino. Luego nos aclara que fue hace 30 años y a caballo.
Superado el anterior escollo otro nos sale al paso. El vendaval de sur ha tronzado un haya sobre el camino.
Un acojedor refugio pastoril nos viene al pelo para echar las once.
Seguimos la ruta entre prados y portillas y ya con ganas de llegar que nos ha metido buena soba el nativo.
El perfil de la ruta y el propio camino son una alegoría de la vida misma. Subes y bajas, disfrutas y sufres. Cuando más bonito es el camino te tropiezas con el argallo; cuando has superado un reto se presenta el siguiente. Cuesta subir pero el paisaje es deslumbrante; se baja deprisa pero ojo con las piedras y baches.
Y al final de la jornada estás cansado pero satisfecho o puede que satisfecho pero...cansado.
O quizás es que se nos ha ido la mano apretando la bota.