miércoles, 25 de octubre de 2017

ESCALADA-ORBANEJA-LA LORA. UNA MARAVILLA.

Ruta otoñal de la llamadas de enmarcar. Preciosos senderos a la orilla del Ebro, paisaje abrupto modelado por diversos fenómenos, y los conocidos pueblos de Escalada, Orbaneja, San Martín de Elines, Rocamundo, Sargentes de la Lora y alguno más que se olvida.
 Bonita restauración de esta vivienda rural, conservando los dujos u hornillos en el desván o tercero, el horno al exterior, y piedra y madera en toda ella.
 El Ebro va a ser nuestro compañero de viaje en buena parte del recorrido.
 Unas veces serán chopos los que nos deslumbren y otras  viejas hayas. En esta era aún se conserva una sencilla caseta de aperos construida con piedra de toba.
 Vieja casona de hidalgo en Escalada.
 Interesante la portada románica de la iglesia del mismo pueblo.
 Seguimos por el plácido sendero tapizado de hoja, un placer. 
 De repente aparece escondido Orbaneja del Castillo.
 Una vez más  visitamos el pueblo, hoy ajeno a turistas que no seamos nosotros y un autobús de niños que están recibiendo la clase sobre el terreno, menudo lujo.
 Sigue la senda a la vera del río, de vez en cuando aparece un antiguo y abandonado huerto.
 Desde Quintanilla de Escalada hasta la colegiata de San Martín de Elines  han sido 18 km espectaculares en esta fecha que nos encontramos, pleno otoño. Muy recomendables, tanto en bici como andando.
Por Valderredible alcanzamos La Lora, subimos desde Rocamundo. Duro puerto, por cierto. En este mirador al lado del observatorio astronómico reponemos fuerzas y hasta una pequeña siesta.
 El petróleo pasó a mejor vida.
 Es el turno de las renovables.
 Nuestro circuito se va cerrando. De los cero grados y niebla que nos encontramos a la salida, pasamos a más de veinte y cielo raso al mediodía.
 La bajada de La Lora al Ebro, en Quintanilla, la hacemos por un recién recuperado camino, espectacular por el paisaje y por la pericia que muestran los ciclistas. 
Y las cervezas en la cantina de Paradores de Bricia, que según la dueña lleva abierta "toda la vida".

sábado, 14 de octubre de 2017

SAN ESTEBAN DE CUÑABA. ASTURIAS ENTRE CASTAÑOS.

Nueva incursión en tierras asturianas para visitar la escondida aldea de San Esteban de Cuñaba, el pueblo de Cuñaba, y acceder a los invernales o puertos de Tremaño. Descenderemos por las abandonadas minas de Argayón hasta el pueblo de Robriguero y luego a Panes donde nos espera la cerveza y la fabada.
 Desde Panes un bonito sendero asfaltado nos saca a la iglesia de San Juan de Ciliergo, acostumbrados a verla siempre desde la carretera disfrutamos ahora a sus pies gracias a que esta vez el medio de transporte es nuestra querida bicicleta. 
 Maravilloso el otoño, basta que te encuentres dos chopos en el camino para que la vista se recree con esta estación. Nos falta la ruta completa, pero ganas daban de quedarse en el banco a pasar el día. 
 Nos hubiéramos perdido recorrer un duro pero bonito paisaje, y nos hubiéramos perdido poder contemplar unos cuantos  enormes castaños.
 La primera sudada, que no la única, la pillamos subiendo a San Esteban de Cuñaba donde alegremente nos recibe el perro.
 Así llegamos a la plaza del pueblo donde el cuatro veces centenario castaño recibe el último homenaje, conservando el tronco, con placa incluída, después que una ventolera acabara con él.
 Pocas casas componen la aldea, pero no hay sitio para más.
 Seguimos ascendiendo si queremos llegar al pueblo de Cuñaba, y desde aquí observamos San Esteban al fondo.
 Tendremos que pasar la sierra que tenemos a nuestra izquierda. Es lo que conocemos como una buena emboscada, !!madre mía¡¡ qué cuestas, menos mal que vamos de excursión y no competimos más que con nosotros mismos.
 Y superado Cuñaba la cuesta sigue y con pendiente de vértigo, así que no queda más remedio que echar pie a tierra y sacar el bocadillo y la bota o seremos incapaces de llegar al puerto.
Pero lo hemos conseguido, la vaca carreña nos da la bienvenida y nos desea feliz y prudente descenso.
Así lo haremos, con cuidado bajaremos hasta el Río Cares y tomaremos la merecida cerveza en la cantina de Abandames,  y ya puestos, nos animamos con una fabada en Panes, fin de ruta.