Ruta otoñal de la llamadas de enmarcar. Preciosos senderos a la orilla del Ebro, paisaje abrupto modelado por diversos fenómenos, y los conocidos pueblos de Escalada, Orbaneja, San Martín de Elines, Rocamundo, Sargentes de la Lora y alguno más que se olvida.
Bonita restauración de esta vivienda rural, conservando los dujos u hornillos en el desván o tercero, el horno al exterior, y piedra y madera en toda ella.
El Ebro va a ser nuestro compañero de viaje en buena parte del recorrido.
Unas veces serán chopos los que nos deslumbren y otras viejas hayas. En esta era aún se conserva una sencilla caseta de aperos construida con piedra de toba.
Vieja casona de hidalgo en Escalada.
Interesante la portada románica de la iglesia del mismo pueblo.
Seguimos por el plácido sendero tapizado de hoja, un placer.
De repente aparece escondido Orbaneja del Castillo.
Una vez más visitamos el pueblo, hoy ajeno a turistas que no seamos nosotros y un autobús de niños que están recibiendo la clase sobre el terreno, menudo lujo.
Sigue la senda a la vera del río, de vez en cuando aparece un antiguo y abandonado huerto.
Desde Quintanilla de Escalada hasta la colegiata de San Martín de Elines han sido 18 km espectaculares en esta fecha que nos encontramos, pleno otoño. Muy recomendables, tanto en bici como andando.
Por Valderredible alcanzamos La Lora, subimos desde Rocamundo. Duro puerto, por cierto. En este mirador al lado del observatorio astronómico reponemos fuerzas y hasta una pequeña siesta.
El petróleo pasó a mejor vida.
Es el turno de las renovables.
Nuestro circuito se va cerrando. De los cero grados y niebla que nos encontramos a la salida, pasamos a más de veinte y cielo raso al mediodía.
La bajada de La Lora al Ebro, en Quintanilla, la hacemos por un recién recuperado camino, espectacular por el paisaje y por la pericia que muestran los ciclistas.
Y las cervezas en la cantina de Paradores de Bricia, que según la dueña lleva abierta "toda la vida".
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