lunes, 27 de julio de 2020

ASTURIAS Y LEÓN DE CHULETÓN EN CHULETÓN. SABOREANDO LOS ORIGENES.

Rueda la Bota tiene el privilegio de elegir como destino para la salida larga de este año, la vecina comunidad asturiana y su prima hermana, la montaña leonesa.
No se puede negar que estamos en la querida Asturias, el hórreo, la colorida fachada, o la mazorca de maíz secando en el corredor de la antigua vivienda.
Un voluntario nos retrata junto a otro símbolo por antonomasia asturiano, la sidra. Estamos en su capital, Nava.
Continuamos viaje y antes de acometer la subida al Puerto de La Colladona, reponemos fuerzas en la cantina de Tolivia. Pasamos un rato estupendo departiendo y compartiendo con tres paisanos que allí pasaban la mañana.
Unas rondas pagamos nosotros y otras los paisanos, el caso es que subimos los seis km hasta La Colladona como alma que lleva el diablo.
Pero la cuesta y el calor hacen mella, tenemos ganas de enfilar el valle que forma el Concejo de Aller y llegar a nuestro primer destino, Felechosa. Ducha, descanso y una sidra fresca.
Nos sentimos como en casa en Asturias, cenamos opíparamente y dormimos como niños.
Amanece una preciosa mañana para encarar la larga subida al Puerto de San Isidro.
Un puerto no es el lugar más alto, sino el más bajo en la línea de cumbres. Pero sobre todo es el paso que une, no que separa, las dos vertientes, la asturiana de la leonesa.
Nos vamos deslizando por tierras leonesas hasta Puebla de Lillo.
Muy bonita esta comarca de media montaña del norte de León.
Atravesamos el Valle de Reyero también conocido como la Toscana leonesa. El papel lo aguanta todo.
Cara de sufrimiento la de estos boteros una vez coronado el Collado de Viego.
Bajo un sol de justicia hacemos una larga parada en Las Salas.
Y llegamos al fotogénico Riaño con sus montañas y su embalse.
El agua de un precioso azul.
Va anocheciendo y el fotógrafo no descansa.
Después de la ducha no nos movemos de la plaza, cervezas y cena en la terraza.
Si el anochecer fue espectacular, el alba nos muestra otra vez el paisaje con todo su frescor.
Entre Riaño y el Puerto de Tarna un largo recorrido de pequeños pueblos ganaderos metidos en faena y ocupados por lugareños y veraneantes.
De nuevo un puerto unirá León con Asturias. Bajaremos por un profundo y escarpado bosque de hayas hasta Campo Caso.
Este territorio no da tregua, todavía nos quedaba el Collado de Arnicio. Aquí los jóvenes se aburren esperando al pelotón.
Pero se impone lo de juntos llegaremos más lejos aunque solos vayamos más rápidos.
Daremos por concluido el largo fin de semana de cicloturismo por estas maravillosas tierras.
Como se suele decir, hemos cargado las pilas, que este año buena falta hacía, y también hemos aprendido varias cosas , entre otras que los leoneses son mucho más sobrios que los asturianos, que la bici eléctrica es una maravilla, que hay que hidratarse y recuperar sales para evitar pájaras y que hasta que no se llega a casa el peligro siempre está al acecho.

miércoles, 8 de julio de 2020

PUERTO DE LAS ESTACAS DE TRUEBA. NO SÓLO BICI.

Fue un verdadero placer subir el Puerto de Estacas de Trueba. Ritmo pausado, paradas frecuentes, fotos, y auténtico deleite para la vista.
 La carretera recién reparada, quitamiedos en madera, dieciséis km con pendiente moderada, un paraíso para ciclistas y demás paseantes, motorizados o no.  
 Un paisaje espectacular, reserva cultural y etnográfica de Cantabria, decía algún ciclista
 Prado, cabaña y fresno. Queda resumido.
 Y, por supuesto, vacas, sin ellas nada de esto tiene sentido.
Coronado el Puerto, cortavientos y descenso.
 Para gustos están los colores.
 Apología del terruño.
 Sencillez, sobriedad, orientación.
Una agradable jornada rematada con la compra de la típica quesada para llevar a la familia y una comida en grupo en Casa Frutos.

jueves, 2 de julio de 2020

VAMOS BUSCANDO EL SOL DE CASTILLA.

Llueve en Cantabria, es verano y nos apetece recibir un baño de sol. Hay que sobrepasar el Puerto de Pozazal, no queda otra solución.
 Aparcamos en Aguilar de Campoo y ponemos rumbo al románico palentino. Bello ejemplo es esta iglesia de Vallespinoso.
 Parece que el lema " por un románico abierto" va calando. Entramos en la iglesia y disfrutamos de esa paz interior rodeados de tanta piedra.
 La tarde está maravillosa para el suave pedaleo. Choperas, encinas, rebollos, y campos de hierba y de cereal nos acompañan.
 Estampa impresionista.
 Hacemos una parada para observar la destreza de estos pescadores en el Pisuerga.
Acercamos las monturas al abrevadero y nosotros nos reservamos para la llegada. Caerán un par de cervezas en la plaza de Aguilar acompañadas de un manchego y un poco de morcilla estilo Burgos.
Padrino, bienvenido a la grupeta.