La fachada oeste del campanario de Barrio de Bricia aun guarda las huellas de la contienda.
Parece el lugar de la desolación. Tiene todos los componentes típicos de la despoblación, inviernos largos y fríos, lejos de grandes centros urbanos, agricultura y ganaderia extensiva. En definitiva, un reto para los pocos que allí habitan.
Un poco de lluvia no nos acobarda, nada comparado con la que está cayendo por otros lugares, y que los medios nos meten en casa.
Seguimos en ruta entre tierras de labor abandonadas y antiguas construcciones, conocidas como chozos.
Vamos cerrando el circuito. Al norte de la cordillera se adivina buen día, el viento sur despeja de nubes Cantabria.
Bajamos a Castañeda a comer la tortilla, el chorizo y la bota.
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