domingo, 4 de julio de 2021

VIENTO DEL NORTE.

Campoo-Los Valles, Los Alfoces de Bricia y Santa Gadea, Valdebezana, Arija. Toda la comarca es bien querida por nuestras bicis y botas que no distinguen de fronteras. Quizás para quererla se necesita tener el vículo de ser la tierra que te vio nacer.
Balcones y jardines adornados y el tractor calentado motores,  estamos en época de recogida de la hierba.
El clima frío y húmedo de la comarca favorece la abundancia de praderías, de un sólo corte, pero hierba de calidad.
 Abundan también bosques y pastos.
Pastos aprovechados tanto por las charolesas como por las limusinas. Falta poner en  valor real el producto, carne de primera calidad de las explotaciones extensivas.
De repente, entre prados y bosques aparecen pueblos con pequeñas joyas. Como este ábside románico de la iglesia de Virtus. S. Xlll.
Desde el Puerto de Carrales tomamos esta foto de Los Castros de Barrio y Quintanilla. Antiguos pobladores los ocuparon.
Entramos en Valderredible sin necesidad del pago de la sisa. El fielato aguanta a duras penas.
Iglesia de Quintanilla de Rucandio. S. Xll.
 Como dicen los metereologos, parece que se forman nubes de evolución tras El Castro.
Doble espadaña en el pueblo de Allén del Hoyo.
Montejo de Bricia es un privilegiado mirador hacia la Sierra del Cordel y Tres Mares.
Buenas casas de piedra de sillería.
Si será fresca el agua de la fuente de Higón que no nos dejaban de pequeños beber directamente del caño. Cogíamos anginas, decían nuestras madres.
El hombre donde nace, el buey donde pace.
Si alguno se anima, que sepa que hasta Santiago de Compostela son 570 km. Eso marcaron nuestras bicis allá por el año 2010.
La culpa de un paisaje espectacular y verde lo tiene ese viento del norte cargado de humedad que asoma por el Puerto del Escudo, formando oleaje en el pantano.
La cigüeña aprovecha el prado recién segado para buscar ranas y culebras que tendrá a sus polluelos con hambre atroz.
No son aquellos chalados en sus viejos cacharros, son aficcionados al kite-surf que valiéndose de las térmicas que descienden del Puerto hacen volar sus cometas y sus tablas.
Yo, sin embargo, he tenido que pedalear contra viento para llegar a casa.












































 





















1 comentario:

Unknown dijo...

Pues que la bota siga rodando....no lo dudo