viernes, 23 de octubre de 2020

RESCONORIO. VALLE DE LUENA.

Resconorio se asemeja a una gran caldera en cuyo interior se halla un diseminado de cabañas y prados, monte bajo, un bosque de hayas y un rebosadero por el que escapa el Río Magdalena.
Todo lo anterior en lo que se refiere a lo físico y material. Pero también lo habitan unos pocos lugareños  aferrados a sus casas, a sus prados, y a sus costumbres. 
Reserva cultural de Cantabria, dice el Botero Roberto. Y no le falta razón. 
Vamos a hacer un gran recorrido de 16km entre cabañas y prados. También cruzaremos el Monte por la carretera de San Pedro del Romeral.
La vida gira alrededor de las necesidades de las vacas. Algunas cabañas se dedican ya a segunda residencia, otras en cambio se las augura un mal futuro, o no.

Una de las posibles traducciones, caso de que existan más de una:
"Dulcifica la vida por el trabajo y la virtud".
La inscripción se encuentra al lado de la puerta de esta cabaña. Acaso sus moradores se sentían reconfortados con tal mandato cuando llegaban del pastoreo, de ordeñar, o de tirar de belorta.

    Seguimos ganando altura.
Hasta llegar al borde de la gran caldera. Zona del Alto del Escudo con buenas vistas al pantano y al Alto Campoo. Aún permanecen como siniestras cicatrices las zigzagueantes trincheras de la última guerra civil.
Aquí veraneaba nuestra guía nativa, al menos el tiempo que duraba la recogida de la hierba.
    Comodidades, las justas.
Atravesamos el prado por la servidumbre y, por supuesto, la pared por el saltadero.
Iniciamos el descenso al fondo de la caldera, donde se encuentran la iglesia, la cantina,  la bolera, la escuela, y la casa concejo.
Aun tiramos la penúltima foto  mientras el chicuzo y la criona recuerdan tiempos pasados.
El atardecer nos regala esta luz y nosotros nos regalamos unos combinados buenísimos en la taberna La Blanca.
Hasta otro día Resconorio.
















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