jueves, 24 de octubre de 2019

AGUILAR DE CAMPOO Y ALREDEDORES.

Prometimos volver a Castilla y nos hemos dado prisa en cumplir la promesa, en ello ha influido mucho el ánimo de secarnos, pues la lluvia en la costa ha sido copiosa. Pero esa disculpa no ensombrece el resto de atractivos que nos animan a visitar
estas tierras. Paisaje, el románico de sus iglesias, y esa quietud que se respira por sus pueblos y pagos.
 Iniciamos el recorrido desde la plaza de Aguilar de Campoo presidida por la Colegiata y flanqueada por los soportales.
 Enseguida damos vista al monumento natural de las Tuerces.
 Por fin podemos admirar desde su base a la imponente espadaña románica de la iglesia de Valoria, tantas veces vista desde la cercana autovía.
 La ruta no ha sido de las fáciles, pero dice el ciclista que ya está bien de retozar en la zona de confort, que hay que sufrir un poco para que el cuerpo no se acomode a dicha zona.
Pasó San Lucas y las primeras nevaducas ya asoman en el Valdecebollas.
Terreno desolado entre Lomilla y Villaescusa de Ecla.
Que se mejore la Dra. por su bien y por el de los vecinos del pueblo.
No todas las estampas resultan tan bucólicas, supongo que no es fácil encajar las piezas del puzzle que forman muchos pueblos.
También por aquí parece que llovió lo suyo, por eso el color chocolate del río, o hubo una fuga del que usan para las galletas en Aguilar. 
Santa María de Mave.
Aprovechamos para visitar la iglesia rupestre de Olleros de Pisuerga.
Tenemos la suerte de encontrarla abierta y escuchamos atentos las explicaciones del amable guía.
Finalizamos de nuevo en la monumental Aguilar de Campoo, que hasta barrio judío conserva.

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