"La infancia como historia personal se convierte con el tiempo en un puñado de anécdotas y una cadena de sensaciones, olor, color, sabor, vagas imágenes distorsionadas." La fuerza del destino. Resulta difícil seleccionar en el recuerdo la etapa más feliz de los años vividos, pero creo que la infancia, hasta los seis años, bien se merece este calificativo.
Rodeado de tus padres, todavía jóvenes, de tus hermanos, unos mayores, otros más pequeños, conviviendo con los abuelos, con lo que esto aporta, y por fin, dando el gran salto a la escuela. En mi caso, en menos de un curso se resumieron los ahora tres de preescolar, pues justo me tocó el cerrojazo. Las pequeñas escuelas de los pueblos desaparecieron dando paso a las concentraciones escolares, en este caso en Arija.
Después de transcurridos cuarenta y tantos años, no he olvidado ni "El parvulito" ni la primera excursión con la maestra a la fuente la churra, en la dehesa de Montejo. Del Parvulito, ¡qué decir! con cuatro años y el espacio vital reducido al pequeño pueblo, carente de medios de transporte y del medio televisivo, fue como una ventana al mundo; desde la piadosa vida de los profetas hasta las peculiares biografías de Viriato, El Cid o el mismísimo Franco, desde mapas de España hasta los orígenes del universo. Una vez superado El parvulito, accedías a la enciclopedia Álvarez, pero como cerró la escuela, tuve que esperar en casa hasta cumplir los seis años y poder asistir a la de Arija para iniciar el primer curso. Para entonces ya la mencionada enciclopedia dejó de utilizarse. Aun así recuerdo leer la de mis hermanos, donde ponía aquello de que "el universo es el conjunto de astros y estrellas creados por Dios", que no es lo mismo que el big-bang pero menos complicado de explicar.
De la excursión sólo recuerdo entrar en la dehesa por el roble de las canteras, encontrarnos un pequeño refugio de pastores al lado del camino y la fuente propiamente dicha, una especie de cazoleta labrada en la roca, donde se recogía el agua que por la propia roca se deslizaba.
La segunda parte del relato coincide con la segunda excursión realizada durante el período escolar. Siete años tendría, estábamos ya en la escuela de Arija, ciento y pico de chavales, no los ocho o diez de la del pueblo. Se acabó la inocencia, se empieza a vislumbrar la realidad, las primeras peleas, las zancadillas de los veteranos, las disputas entre los niños de los distintos pueblos, también la amistad, cómo no. En fin, un reflejo del futuro.Pero la memoria me lleva a la excursión realizada el día del árbol al monte y pueblo de Quintanilla de Santa Gadea y a su necrópolis. Primeras charlas educativas de concienciación sobre la naturaleza y la historia de nuestros antepasados.
Creo recordar que la época coincide con aquella campaña de "cuando el bosque se quema, algo tuyo se quema", que a mi personalmente si que me llegó, será que hemos nacido a su orilla y nos hemos calentado con su leña.
Y así termina esta pequeña historia, en la que gracias al soporte de estas dos excursiones voy deshilbanando la madeja de los recuerdos de los primeros años escolares, dejando para los historiadores el análisis, tanto del sistema educativo de la época como de los planes de repoblación forestal de la dictadura.
Aprovecho la reciente lectura de "Historia de una maestra" y "La fuerza del destino " de la escritora Josefina Aldecoa para apuntar una última cita:
"Quiero que los niños canten y pinten y tengan curiosidad por lo que pasa fuera y lejos de su mundo. Que aprendan a conocer mejor lo que tienen cerca para cuidarlo y conservarlo y, en lo que sea posible, mejorarlo. Y que aprendan a ser personas libres, justas y responsables."
¡Casi na!
1 comentario:
Bueno, bueno yo hace mucho que lo vengo diciendo y " naide " me hace caso. Una buena idea sería empezar a escribir tus vivencias desde que tienes uso de razón ( ejem ejem, ha sido un poco de tos ). Tarde o temprano te veremos en los Best Sellers del mundo mundial. Dicen que mujer previsora vale por dos no??. Las voy a ir archivando por si las moscas Al final lloraremos todos. Mu bonito compi! y mu bien escrito.
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