Comenzamos la jornada tomando unos vinos ¡como no!. Jóvenes, de maceración carbónica, de año, crianzas, de alta expresión, clásicos, modernos, reservas, ecológicos,... Lo de la democracia está muy bien, pero para ir de vinos no se debería dar opción, lo que hay es lo que hay, que si no es un lío. Comimos ahí mismo, en el Restaurante Beethoven. Buena calidad y buen trato.
Lo bueno de estas reuniones es que te das cuenta que estudiaste en el mismo colegio, que los que te suspendían en matemáticas no te tenían manía sólo a tí y que "a mi me vas a hablar tú de mili".
Nos fuimos a bajar la comida dando un paseo por Sajazarra, un pueblecito con un magnífico castillo y un pequeño casco medieval.
La noche la hicimos en Nájera, una Villa que conoció tiempos mejores allá por el siglo XII, y que, salvo la Calle Mayor y la Iglesia de Santa María la Real no tiene mucho más que ver. Sí pudimos comprobar que dispone de una animada vida nocturna. Para que os hagáis una idea, en el Hostal Ciudad de Nájera junto a las llaves de la habitación te dan un par de tapones (para los oídos). BOTELLÓN,BOTELLÓN,BOTELLÓN!!!!!!!!!!!!. Así hasta las 6.30 que pasó el camión de la limpieza (que hace un poco de ruido, sabes?). Luego las campanas de la Iglesia te sacan literalmente de la cama. Entretenido, vamos.
El caso es que ya estábamos listos para la competición.
Esta foto es justo antes de decidir que no íbamos a disputar la Media, nos conformábamos con disfrutarla.
Alfonso había leído no sé dónde que en El Camino existían unas fuerzas telúricas que hacían sentir a los caminantes una impresión tan fuerte que los marcaban para toda la vida. Pues debe ser el Camino del Rocío, o que yo soy un poco agnóstico o descreído, porque lo único que sentí es frío y unas ganas enormes de llegar sin caerme o torcerme el tobillo en esas pistas que para andar están bien pero para correr con otros 600 no molan.
El caso es que llegamos vivos y coleando. Muy enteros y con un hambre de la puñeta.
La organización de la carrera perfecta. Al lado de la meta habían preparado una comida típicamente riojana. A saber: Patatas a la riojana, ternera asada, vino de la tierra, postre, café. Todo ello preparado y atendido por los voluntarios de la carrera con una amabilidad y una atención digna de elogio.
Ahora quieren ir a Asturias y con la disculpa de otra Media, comer fabada, beber sidra y lo que venga.
2 comentarios:
Cumplimos sobradamente con la filosofía de la RUEDA LA BOTA, esto es, buen rodar, buen yantar y buen hablar. Las fuerzas telúricas no son de efecto inmediato, so ateo, te dan ánimos para seguir entrenando para la siguiente convocatoria.¿Dices que en Asturias? Por nada del mundo me la pierdo, sabes que es nuestra segunda o tercera patria.
Mucho mariconismo, corriendo con mallas; hay que enseñar pierna.
Publicar un comentario