La inversión térmica hace que pasemos de los seis grados bajo cero, al lado de la cascada de Orbaneja, a cuatro o cinco sobre cero en el soleado Páramo.
La cascada ahuma por contraste de temperatura, saldrá de su cueva fresquita pero se choca con la helada mañanera formando esa nube. No sé si tiene algo que ver con la sublimación, paso de sólido directamente a vapor.
Por el camino principal llegamos a las antiguas tierras de labor donde se sembraba el cereal, los yeros, las lentejas...
Y tropezarnos con las antiguas construcciones llamados chozos, para guardar aperos y protegerse de las temperaturas extremas del verano.
La mayoría son de planta circular y media bóveda de techumbre.
Imagen de la cubierta formada por hiladas de lajas donde las superiores avanzan sobre las inferiores, sin previo armazón o cimbra de madera.
Ahora pasamos al asunto de besarse debajo del muérdago, dicen que para perpetuar el amor...
Hacemos un intento de aproximación a la cascada del Tobazo, pero optamos por observala desde la distancia.
Nos esperaban unos judiones y el arroz con leche.Como dice el refranero, en febrero un rato al sol...
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