Seguimos, una vez más, y a golpe de pedal, visitando esta infinita en valores naturales y culturales comarca de Las Merindades. O quizás estemos equivocados y no sea para tanto,( solo pasión por la tierra que te vió nacer), y ello explicaría la desolación reinante en buena parte de su territorio. En cualquier caso, allí estuvimos una vez más y con la certeza de que volveremos.
Iniciamos el pedaleo en esta jornada lluviosa en el pueblo de Incinillas, entrada al Valle de Manzanedo y salida del Río Ebro camino del vecino Valle de Valdivielso. Nos despedimos del Tullido colgado en el canecillo, con la sonrisa en la boca y el interrogante de su simbología, todo apunta a que el artista, harto ya de tanta religiosidad, también era aficionado a representar escenas o personajes cotidianos, aunque no sería de extrañar que el pobre hombre se quedó así por la práctica del onanismo.
Es una verdadera pena que lo que más identifique hoy en día al Valle de Manzanedo sean estas ruinas del Monasterio de Rioseco. Perteneciente a la Orden Cisterciense debió de conocer mejores momentos que por los que atraviesa, y espera ansiosamente y con el tiempo en su contra a que aparezca el millonario y evite el desastre.
No todo son malas noticias para el patrimonio, la iglesia de San Martín del Rojo se encuentra en pleno proceso de restauración, lo cual es motivo de alegría y disculpa para que volvamos pasado un tiempo. Peor lo van a tener la casa y sus anejos, incluído el horno de cocer el pan, no se si aguantarán la próxima nevada.
En Quintana del Rojo vemos el cartel de cerrado por falta de ocupantes, ante nosotros aparece un pueblo más entre los muchos abandonados.
Hemos de administrar adecuadamente las sensaciones percibidas a lo largo de la mañana, para evitar que se nos saturen los sentidos y no caer en el desánimo ante tanta ruina. No hemos venido a afligirnos y por supuesto que no lo hacemos. Si bien vemos mucha piedra caída, también es cierto que la naturaleza nos regala variados placeres en forma de aromas, sonidos como los del cuco, o vistas a varias corzas y a un par de preciosos jabalíes.
La pertinaz lluvia no ha cesado desde la salida, no hace viento así que es llevadero. Los embarrados caminos hacen que tengamos que poner cuidado en las bajadas y aun con todo, alguna morrada ya nos damos.
Es hora de comer algo y cambiarnos la mojada ropa por algo más seco. Aprovechamos el cobijo que nos ofrece el portal de la iglesia de Peñalba de Manzanedo y ponemos manos a la obra para calentar los callos acompañados de garbanzos. Un poco de queso de Vidiago y el café con gotas acompañado de unos hojaldres. El precio, haber cargado con ello a la espalda por esos caminos de Dios.
Esta vez no hay cervezas, paramos en Soncillo a la vuelta y tomamos una menta poleo con anís, que Luis bosteza mucho, decimos que por el esfuerzo y la mojadura.
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=2768247
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