sábado, 19 de diciembre de 2009

PEÑA SAGRA 2009. VAYA RODAJE.

Si digo que ésta es la ruta más dura que he hecho nunca, a alguno le parecerá una exageración. Todos los que fuimos (10 valientes o incautos, según se mire) volvimos con la convicción de que lo que no te mata te hace más fuerte, y que más nos hubiera valido volver más débiles.
Al grano. La idea era bordear Peña Sagra. Desde Puentenansa hasta Polaciones, pasar a Liébana y volver por la Braña de los Tejos a Lamasón y Puentenansa.
Ya desde la salida vimos que el clima no nos iba a compañar. Una espesa niebla cubría Peña Sagra, así que decidimos tomarlo con calma y parar en San Sebastián de Garabandal, a ver si se nos aparecía la Virgen. Lo que se nos apareció fue la primera dificultad del día. Rafa rompía la cadena y pasamos unos momentos angustiosos intentando arreglar el desaguisado. Suerte que Sito y el Dr. Shimano (Ricardo)estaban allí.
Al poco de salir de San Sebastián, nos metimos entre la espesa niebla. No hacía frío, pero el "calabobos" (podían haber inventado otro nombre) nos dejaba empapados. Otra consecuencia de la niebla es que te pierdes.

Si te pierdes tienes que hacer doble esfuerzo para volver a encontrar el camino.


Andar campo a través.



Saltar paredes cual corzo salvaje


Vamos, como si estuvieramos en plena selva amazónica



Para por fin dar con el camino. Más de dos horas perdidos. Calados. Sin poder ver más allá de 5 metros.


Llegamos al Camino del Potro. La antigua vía de comunicación entre Polaciones y Palencia.Ya sabíamos que no era ciclable, pero no nos acordábamos del peñazo que supone empujar las bicis por un terreno tan duro durante tanto tiempo.



Por fin pudimos montar otra vez y darnos alguna alegría. Estábamos cerca de la Casa del Alemán, llamada así por un teutón que atravesó media europa hasta que su vetusta furgoneta se quedó parada en las inmediaciones de La Laguna, y ahí se quedó.



Paramos a comer en las cabañas de Tromeo. A estas horas ya teníamos que estar casi en Liébana, pero el hombre propone y la Naturaleza dispone.




No os creáis que todo fue sufrir, a alguno le vino de perlas el encontrar la civilación en Pejanda para tomarse el carajillo.



La niebla no nos abandonaba, y la mala suerte , tampoco. Al poco de salir de San Mamés, nuevo pinchazo, más retraso y la fatiga se acumula en las piernas y la cabeza.






Menos mal que por una vez encontramos el camino y llegamos al collado que nos separa de Liébana, el Portillo de las Brañas. Muchas veces nos habíamos imaginado las impresionantes vistas que se contemplan desde allí, pero otra vez será. Ahora tocaba bajar a todo trapo hasta Lamedo (ya en Liébana) y Perrozo, donde dormiríamos.




Una buena ducha, un masaje (sin mariconadas), unas cervezas (que no falten) y con una opípara cena (hay que reponer fuerzas) a la cama.



A la mañana siguiente parecía que el clima nos daba un respiro, se presentaba una maravillosa jornada de bici.





Pero no, otra vez Rafa rompía la cadena, otra vez el Dr. Shimano providencial y otra vez a rezar para que el apaño aguante.





Desde el Valle de Bedoya veíamos a nuestro objetivo y pensábamos que estaba muy alto.




Tan alto que costaba mucho subir. Rampas del 25% camino de la Braña de los Tejos. Esto no está hecho para nosotros.





A alguno todavía le quedaban ganas de hacer fotos.



Bueno, todo tiene que acabar. Descanso y Alfonso marcando la ruta.


Que ¡cómo no!, nos metía de lleno en la niebla. Sin lugar a dudas la parte más dura de toda la ruta. El camino hasta Cires era un barrizal. No podíamos avanzar montados, no podíamos avanzar a pié. El barro se metía por todas partes, la niebla no nos dejaba ver más allá de un metro. Menos mal que el camino no tenía pérdida, era todo hacia abajo. La sensación de impotencia era indescriptible. Más de uno tiró la bici literalmente a la cuneta harto de tanto sufrimiento.



No sé ni cómo pudimos salir de allí. La pista mejoró, quitamos el barro con ramas y montamos en las bicis. Esta es la última foto. Cuando pensábamos que nuestras penas habían acabado, cuando ya veíamos Cires, la carretera y el sol, todavía nos quedaba una última desgracia. Una caída, un susto, ambulancia y fin precipitado de la excursión. Nos dejó tocados por una temporada, pero La Bota sigue rodando.


1 comentario:

alfonso dijo...

Tocados pero no hundidos,la reciente alta definitiva del agravado la cogemos todos, por tanto manos a la obra y a preparar la del 2010. A partir de ya nos quedamos solamente con los buenos momentos que pasamos.