San Mateo, feria de las importantes en Reinosa, Merindad de Campoo.
Las primeras heladas se posan sobre el Ebro en Valderredible. Entramos en dicho Valle con 1 grado aunque luego subirán hasta los 24.
El mar de nubes enfría el hondo. Sin embargo el sol ilumina a lo lejos Peña Amaya.
Superado el Portillo de Toma y Daca nos metemos en La Lora.
Nos comentaba en otra ruta un pasiego que los collados, portillos y en general zonas altas servían para reuniones, encuentros, intercambios etc, no separaban lugares, más bien al contrario, los unían.
Las gentes de La Lora y Rudrón comerciarían con las de Valderredible.
Todavía se mantiene en pie este corral con refugio de pastor, hecho con sencillez, maestría y las lajas de piedras del lugar.
Bajamos de La Lora por otro Portillo, El Tez. Por aquí venía el camino de los ladrones, algún suceso acaecido daría nombre a dicho lugar.
De nuevo en el Valle, parada obligatoria en San Martín, tomamos el café admirando La Colegiata.
Bien conservado el lavadero de Valderias.
Subimos a los pueblos matorrizos donde predomina el monte de robles y pinos.
Con permiso del mastín pasamos al Chigri Bustillo a tomar una merecida cerveza.
Con las fuerzas repuestas seguimos monte arriba.
Hasta llegar a Arantiones, donde recientemente se colocó esta placa. Impresionante la fuerza de la foto.
Hemos disfrutado del primer día de otoño en un lugar especial como es esta tierra del sur de Cantabria.
Se quedó abierto el grifo del pantano, por eso el Ebro baja bravo. Para la sedienta huerta cauce abajo.
Tomamos la despedida y compramos vino del lugar. Más no se puede pedir.
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