Han sido cuatro días rodando por el Camino de Santiago como partícipes, pero sobre todo como espectadores, de lo que supone esta vía para quien a pie la recorre, y para la economía de los pueblos que atraviesa.
Cuatro jornadas disfrutando de una placentera actividad al aire libre y del sol de Galicia. También reforzando lazos de amistad que nunca están demás.
Paisaje y paisanaje siempre serán los principales acicates que muevan a este grupo.
El Bierzo se presta a ello.
Cualquier camino antiguo o histórico te lleva, te ayuda, parece que algo te empuja.
Incluso la subida a O Cebreiro se hace más liviana.
Y siempre un destino, una meta como recompensa.
Homenaje al Peregrino y punto visual del camino.
Siempre siguiendo la flecha .
Muchos siglos nos distancian de la pequeña ermita de Samos. Abrazamos su ciprés con la esperanza de llegar a Santiago sin novedad.
Por el camino vamos dejando muestras de una interesante arquitectura.
Vivos y muertos comparten espacio.
...o en color, Portomarín nos recibe con amor.
Carro chillón y ebike. Pasado y futuro, el Camino testigo de estos cambios y los que se avecinen.
Respeto, están oficiando.
Nos hemos dado un auténtico baño de bosque por el Camino.
Sin renunciar a otros placeres...
Y la plaza estaba abarrotada.
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