Ruta de las llamadas Verano Azul, o para que nos entiendan nuestros seguidores internacionales Slow Cycling. Esto es, parafraseando a otro entusiasta de la bici: salir por salir, para hablar, departir, ver el paisaje, pasear, tomar el aire...y en nuestro caso además, tomar los blancos.
Desde Puente Viesgo hasta Ontaneda vamos disfrutando sin esfuerzo del pedaleo a orillas del Pas.
Echamos un vistazo al robledal de San Martín y continuamos a ritmo pausado.
Cruzamos el Pas por este original puente de hierro y madera.
Observamos su menguado caudal y la ingente cantidad de piedras, cantos rodados o cudones que descansan en su lecho.
Y que los artistas canteros, bien enteros o haciéndolos cara, van colocando como dice el dicho: canterito de Dios pon una sobre dos y de vara en vara traba. La caléndula adorna la tapia para hacerla aún más vistosa.
El camino sigue ofreciéndonos estampas primaverales como este florido sauco que aromatiza el recorrido. En otros tiempos sus flores eran recolectadas y guardadas para mitigar los costipados del invierno.
No faltan las casonas y palacios sobre todo en Alceda.
Ni los cuidados huertos con sus tomateras, pimientos, patatas, cebollas, lechugas y demás hortalizas.
La ruta debe contar con una antigua cantina para que resulte redonda. Unos blancos de solera nos metimos al pecho. |
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