Dicen los historiadores que la patata se introdujo en España procedente del sur del continente americano a finales del S. XVI, pero aún debieron de pasar casi otros dos siglos hasta que su consumo se extendiera por el país; parece ser que tuvo que sustituir al consumo de castañas por Galicia, como consecuencia de la seca de estos árboles por algún parásito. En el catastro del Marqués de la Ensenada, año 1752, en Higón, a la pregunta ¿ Qué frutos produce la tierra? la respuesta dada era: centeno, hierba, lino y linaza. En Santa Gadea de Alfoz a esto se añadía legumbres y trigo. La patata en estas fechas todavía no se menciona. Quizás los nabos junto con los titos y las arbejas constituían la base de la alimentación en la zona referida.
Después de realizado todo el trabajo viene la recompensa, y la recompensa presenta variadas formas: Patatas viudas, arregladas con ajo, aceite y pimentón. Patatas arregladas con sebo de oveja. Patatas blancas, solamente cocidas con agua y sal añadiendo un chorrito de aceite en crudo. Patatas con bacalao. Patatas con puerros y zanahoria. Patatas con costilla o carne. Patatas con pescado. Patatas con caza (jabalí, liebre o conejo). Patatas arregladas con grasa de cerdo y morcilla. Patatas con chorizo y hojita de laurel. Patatas con berza. Patatas con judías. Patatas con legumbres. Puré de patatas con panecillos tostados. Patatas asadas en la brasa u horno con piel. Patata panadera con pescado o lechazo. Patatas fritas. Ensaladilla rusa. Tortilla de patatas....Por lo tanto ahora me doy cuenta de que no teníamos motivos para protestar por comer siempre patatas, pues nunca eran las mismas patatas.
Seguiremos incluyendo en nuestra dieta este rico producto de la TIERRA, y digo tierra porque los alaveses dicen que las van a sembrar en el aire y nebulizarlas con agua. Con lo escogidas que eran las abuelas para elegir las patatas de comer dependiendo de en qué terreno se sembraran. Y seguiremos defendiendo su valor culinario de los peligros que las acechan. En una época se pensó que eran afrodisíacas y el culto al alma impedía su consumo; ahora el culto al cuerpo hace lo mismo porque dicen que engordan. Ni caso.
Decía Grande Covián: "comer poco de todo y mucho de nada".¡ Ah! y nada de cortar las patatas hay que chascarlas. Buen provecho.
2 comentarios:
No te has dejado nada en el tintero, pero, por añadir algo, seguramente innecesario, mi padre dice que si echas laurel a las patatas saben mismamente a carne guisada sin haber pasado por la carnicería.¡Feliz Navidad a todos los colgados de este blog!
Muy interesante esta entrada. Por añaidr alto también he oído decir que lo suyo era criar las patatas de siembra en el páramo para luego volverlas a sembrar para consumo en el valle.
Publicar un comentario