miércoles, 22 de diciembre de 2010

¡¡OTRA VEZ PATATAS!!

Esta era la expresión que salía de nuestras bocas cuando te sentabas a la mesa y preguntabas: ¿qué hay para cenar? PATATAS. ¡¡Otra vez patatas!! pues si, otra vez patatas, y gracias a las patatas se han podido alimentar generaciones de familias hasta fechas muy recientes en que todos nadamos en la abundancia.
Dicen los historiadores que la patata se introdujo en España procedente del sur del continente americano a finales del S. XVI, pero aún debieron de pasar casi otros dos siglos hasta que su consumo se extendiera por el país; parece ser que tuvo que sustituir al consumo de castañas por Galicia, como consecuencia de la seca de estos árboles por algún parásito. En el catastro del Marqués de la Ensenada, año 1752, en Higón, a la pregunta ¿ Qué frutos produce la tierra? la respuesta dada era: centeno, hierba, lino y linaza. En Santa Gadea de Alfoz a esto se añadía legumbres y trigo. La patata en estas fechas todavía no se menciona. Quizás los nabos junto con los titos y las arbejas constituían la base de la alimentación en la zona referida.
En el resto de países europeos, cada uno tiene su particular historia, Irlanda, Francia, Holanda... existe variada documentación sobre el tema.
Las patatas eran sembradas en pequeñas parcelas en las que el año anterior se había sembrado centeno o avena. La tierra era bien abonada con el estiércol de las vacas, este se enterraba con el arado braván para que cociera junto con el pequeño tronco y raíces que quedaban del centeno. Alrededor de San Isidro, siempre dependiendo de la meteorología, la tierra era de nuevo arada, la patata pequeña de siembra se deposita por el surco y se pisa un poco, después se pasa el rastro y se acaba de tapar.
Al poco de su nacimiento se vuelve a la tierra con las vacas y el cultivador cuya misión es hacer un surco entre fila y fila, limpiar las malas hierbas y arropar a los todavía pequeños tallos. Durante el verano visitaremos de nuevo la tierra para sallar cepa por cepa con la azada. Habrá que estar vigilantes con los escarabajos y será necesario sulfatar al menos una vez, aprovechado el rocío de la mañana a efecto de que el polvillo quede pegado de las hojas. Ya solo resta que las lluvias vengan a su debido tiempo y tendremos una buena cosecha de patatas.
La saca, a excepción de la temprana, será por El Rosario, primeros de octubre . Otra vez cepa por cepa con la azada, separando las pequeñas (para los cerdos), las medianas (para siembra) y las gordas (para consumo). Buen dolor de riñones (simplificando en anatomía) hasta que uno se iba acostumbrando. Las patatas eran almacenadas a granel en la bodega, lugar fresco y oscuro donde se conservaban todo el año. Las especies que recuerdo nombrar eran la Jaerla, la Quénebe (Kenebeck), la Baraca (Baracca), la Espuntia (Spunta), y la Desidé (Desiree). Después de realizado todo el trabajo viene la recompensa, y la recompensa presenta variadas formas: Patatas viudas, arregladas con ajo, aceite y pimentón. Patatas arregladas con sebo de oveja. Patatas blancas, solamente cocidas con agua y sal añadiendo un chorrito de aceite en crudo. Patatas con bacalao. Patatas con puerros y zanahoria. Patatas con costilla o carne. Patatas con pescado. Patatas con caza (jabalí, liebre o conejo). Patatas arregladas con grasa de cerdo y morcilla. Patatas con chorizo y hojita de laurel. Patatas con berza. Patatas con judías. Patatas con legumbres. Puré de patatas con panecillos tostados. Patatas asadas en la brasa u horno con piel. Patata panadera con pescado o lechazo. Patatas fritas. Ensaladilla rusa. Tortilla de patatas....
Por lo tanto ahora me doy cuenta de que no teníamos motivos para protestar por comer siempre patatas, pues nunca eran las mismas patatas.

Seguiremos incluyendo en nuestra dieta este rico producto de la TIERRA, y digo tierra porque los alaveses dicen que las van a sembrar en el aire y nebulizarlas con agua. Con lo escogidas que eran las abuelas para elegir las patatas de comer dependiendo de en qué terreno se sembraran. Y seguiremos defendiendo su valor culinario de los peligros que las acechan. En una época se pensó que eran afrodisíacas y el culto al alma impedía su consumo; ahora el culto al cuerpo hace lo mismo porque dicen que engordan. Ni caso.

Decía Grande Covián: "comer poco de todo y mucho de nada".¡ Ah! y nada de cortar las patatas hay que chascarlas. Buen provecho.

2 comentarios:

Severina dijo...

No te has dejado nada en el tintero, pero, por añadir algo, seguramente innecesario, mi padre dice que si echas laurel a las patatas saben mismamente a carne guisada sin haber pasado por la carnicería.¡Feliz Navidad a todos los colgados de este blog!

Montacedo dijo...

Muy interesante esta entrada. Por añaidr alto también he oído decir que lo suyo era criar las patatas de siembra en el páramo para luego volverlas a sembrar para consumo en el valle.