Naturaleza salvaje y domesticada es lo que nos ofrece la ruta por los Valles Pasiegos.
Antes de llegar a San Pedro del Romeral nos desviamos hacia Bustaleguín.
Las callejas eran cuidadas con esmero, cunetas empedradas y cortes de agua para mantener el firme.
Vamos en busca del molino, camino peonil que no de rodadura.
Río abajo vemos sus ruinas.
Muy bonito de ver que se dice.
No suele ser habitual encontrar escudos en cabañas, puede ser que se encontrara en otra casa y fuera traido a ésta.
Cuando se pone pindio nada como adelantar el centro de gravedad.
El prao, la pared, las vacas, el montón del estiércol. Cada cosa en su sitio.
Herramientas contra la soledad, caso de que exista. Y ejemplo de que el sol es vida.
Un último callejo coincidente con el GR 74.
La última foto llegando a San Pedro, el Castro Valnera al fondo.
La puerta bien pintada del azul asusta moscas, incluso malos augurios.
En wikiloc está la ruta. Corta pero muy vistosa. Nosotros la alargamos a la aventura.
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