Raquetas, bastones, gafas de sol y protector. Ropa en capas que enseguida vamos quitando y mochila con dos termos, el caldo y el café. No falta tampoco el queso el chorizo y la bota.
Del bucolismo de Virgilio pasamos al "Beatus Ille" de Horacio, que Roberto nos recita al socayo de tan pintoresco lugar.
Con la alegría de haber pasado un rato estupendo en el poyo de la cabaña dando cuenta de los víveres, reanudamos la marcha.
Hemos disfrutado de la jornada, como no puede ser de otra manera. Que siga nevando en las montañas que el pantano lo necesita.
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