Aprovechamos estos largos días del mes de San Juan para realizar otra de nuestras exquisitas cicloexcursiones. Pero por largos que sean estos días, todavía se nos quedan muy cortos para poder admirar en toda su amplitud tanta joya románica que aglutina esta zona del norte palentino y burgalés.
De buena mañana ( el sol ilumina el ábside de Santa María) tomamos la salida desde el antiguo monasterio de Santa María de Mave, para después de un circuito de 46 km, regresar al mismo, pasando por Rebolledo de la Torre, Gama, Las Tuerces y el Desfiladero de la Horadada.
Atravesando montes y sembrados llegamos al pueblo burgalés de Rebolledo de la Torre, pueblo que conserva un deteriorado castillo y torre dentro de un entorno aún más deteriorado, pero que nosotros tratamos de no mirar, para centrarnos en la contemplación de lo que sea una de las principales joyas del románico, la iglesia de San Juan y Santa Basilisa.
Recién descabalgados de nuestras monturas, la imaginación empieza a funcionar observando la iconografía de tanto capitel, un torneo a caballo entre dos púgiles que acaba con la lanza de uno en la cabeza de otro, Sansón desquijarando a un león etc, etc.
Continuamos ahora por una rica vega regada por el Río Sauguillo y protegida del norte por la Sierra de la Mesa y del sur por la Sierra de Albacastro; entramos un momento para visitar la iglesia de Albacastro restaurada, no así el pueblo que se encuentra abandonado.
Bordeamos La Mesa subiendo hasta un portillo y tomando unas buenas vistas hacia Valtierra de Albacastro, en cualquier momento nos toparemos con alguna horda sarracena que nos ataque desde cualquier peñasco, iremos con cien ojos, no llevamos armas con que repeler el ataque, probaremos sacando la bota o el termo del café.
No ha terciado novedad, sanos y salvos nos encontramos ya en el bonito pueblo de Gama y más bonita aún su románica iglesia de San Andrés del año 1190. Pero todavía temerosos por la soledad que por estos pagos habita, nos entretenemos lo justo antes de colocarnos en estratégico sitio para degustar los bocadillos. Divisamos en lo alto lo que parece un castillo, descabalgados y con nuestras bicis del ramal tomamos el angosto camino que hacia la fortaleza nos conduce.
El castillo parece que conoció mejores tiempos, situado en el borde oriental de la meseta de Las Tuerces, contiene en lo que pudo ser su interior una pequeña ermita, y en efecto, nos sirve de lugar ideal para hacer el merecido descanso y avituallamiento, contemplando La Montaña Palentina, el Castro del Bernorio y la Vega de Aguilar. Todo un lujo.
Repuestas las fuerzas, recorremos toda la planicie de Las Tuerces por un buen camino entre pinos, daremos salida a las originales formaciones rocosas formadas merced a la erosión y a la distinta dureza de los materiales que las conforman, según explica uno de los cicloruteros.
Descendemos de Las Tuerces al pueblo de Villaescusa y entre este espectacular campo de cereal mecido por la brisa del norte nos iremos acercando al desfiladero de La Horadada.
Se esperaba una emboscada en dicho desfiladero, pero una vez más hemos tenido suerte y existía un pequeño y original paso hacia nuestro destino final, unas veces en forma de túnel en la roca, otra por cerrado sendero entre tupida vegetación. El caso que sanos y salvos, con el cansancio justo de tantas subidas y bajadas, llegamos a la hospedería de Mave con más ganas de tomarnos una fresca cerveza que de contemplar más piedras.
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