Al cuerpo le vamos a obsequiar con un aporte calórico acorde a la época en la que estamos; unos judiones con oreja, chorizo y codillo de cerdo.
Ponemos los judiones a remojo la noche anterior. Ahora a la olla con agua fría hasta que comiencen a hervir, los asustamos una o dos veces también con agua fría y echamos la oreja, el chorizo, el codillo y la hojita de laurel, para evitar, en la medida de lo posible, la flatulencia. En la olla rápida lo tenemos una hora larga, en la cazuela no menos de tres horas. Opto por la olla de víspera, y al día siguiente les daré el último toque en la chapa, con la de barro.
En la sartén pochamos una cebolla a la que añadimos un poco de harina y el pimentón y lo vertemos en la olla. En el mortero majamos un par de dientes de ajo , perejil y cuatro o cinco judiones ya cocidos. Lo vertemos también a la olla y dejamos hervir otro ratito.
Serviremos los judiones muy calientes, pues la gelatina de la oreja y del codillo así lo aconsejan.
Buen provecho.
La tarde está buena para dar un paseo y favorecer la digestión, una visita al roble del sesteadero, al hayedo de Santa Gadea y hasta dar vista al Monte Hijedo. Aún le falta un hervor al bosque para que se torne puramente otoñal.
2 comentarios:
Esto se avisa hombreeee. No quisiera hacer publicidad, pero en el BM hay un rioja Glorioso que hace honor a su nombre y que maridaría de vicio con este plato, y con el otro, y el otro...
Luís, yo le he dicho lo mismo, pero se hace el longuis. ¡ Qué se le va a hacer!. No nos quedará otro remedio que hacerlo.
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