Lo que menos falta le hace a la costa cántabra es la promoción, es de sobra conocida. Pero en este caso caminamos, o más bien pedaleamos, por lugares en los que los coches tienen un difícil acceso y por ello quizás sean menos frecuentados.Salimos del bonito pueblo de Suesa junto a su iglesia y chopo de gran tamaño, dejamos el coche estratégicamente aparcado al lado del bar para mitigar la sed a la vuelta con una fresca cervecita, y tomamos dirección hacia Loredo.
Llegamos a la playa de los tranquilos, en las mejores condiciones en las que se puede visitar esta zona, que son la marea baja y la tarde muy nublada, con lo cual vemos las playas en toda su extensión y vacías de la ingente muchedumbre veraniega. Desde esta zona hasta el extremo del Puntal tenemos no menos de cinco km de un precioso arenal semisalvaje.
Llegamos a la playa de los tranquilos, en las mejores condiciones en las que se puede visitar esta zona, que son la marea baja y la tarde muy nublada, con lo cual vemos las playas en toda su extensión y vacías de la ingente muchedumbre veraniega. Desde esta zona hasta el extremo del Puntal tenemos no menos de cinco km de un precioso arenal semisalvaje.
Y justo enfrente de los tranquilos tenemos la isla de Santa Marina, habitada por gran cantidad de aves y difícil de ver desde Santander debido a lo cerca que está de tierra.
Es una maravilla visual recorrer estos acantilados por el estrecho sendero que los bordea, haciendo de vez en cuando una parada para disfrutar de las vistas hacia Santander, hacia el interior o hacia abajo si el vértigo no nos traiciona.
Entre prados y maizales llegamos encima de la bonita playa de Langre, precioso arenal en marea baja, de limpias y bravas aguas. Lugar de disfrute de surfistas, bañistas y nudistas.
Nos quedaríamos un buen rato disfrutando del acantilado pero aún nos queda un buen trecho para terminar el circuito propuesto.
Desde la playa de Langre seguimos entre prados y alguna granja ganadera para llegar a la también bonita playa de Galizano, una vez más la marea baja nos permite disfrutar de esta bonita vista del arenal.
Desde Galizano y entre pequeños bosques de eucaliptos vamos ascendiendo y bajando en una ruta nerviosa como diría Indurain, disfrutando de la humedad y el olor a hierba y vegetación que la nublada tarde nos regala. Llegamos a Güemes y Omoño, carretera de Pontones y hasta Suesa a tomar la caña.
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