No me gustan nada de nada las ramas del sauco que se van aproximando a la ventana, conozco de su querencia por las casas abandonadas y los corrales huérfanos. Es esta fachada norte y los antiguos sabían que las ventanas debían de ser muy pequeñas.
Con el haya ocurre que cuando la hoja apunta es una verdadera maravilla poder contemplarla, por su color verde fosforito y por su textura aterciopelada, pero dura pocos días , después el verde se oscurece y la hoja se pone más dura. Sucede lo mismo en otoño, los ocres aparecen y desaparecen en pocos días. El camino es muy cómodo, rezuma humedad todo él, hoy estaba especialmente bonito, por lo dicho antes y por la fina lluvia que estaba cayendo.
Comienza a la vera de esta casa el camino que nos interna en el hayedo de Carrales y que en el día de hoy presenta un inmejorable aspecto para su disfrute.
Con el haya ocurre que cuando la hoja apunta es una verdadera maravilla poder contemplarla, por su color verde fosforito y por su textura aterciopelada, pero dura pocos días , después el verde se oscurece y la hoja se pone más dura. Sucede lo mismo en otoño, los ocres aparecen y desaparecen en pocos días. El camino es muy cómodo, rezuma humedad todo él, hoy estaba especialmente bonito, por lo dicho antes y por la fina lluvia que estaba cayendo.
Hoy día de la Madre, asocio la festividad a la marca amarilla que le han puesto al tronco del haya, madre de muchas de su alrededor, pues es la mas vieja que observo. Están haciendo una "limpia" o "entresaca" y a ésta también le toca, ¿por qué ? está a la orilla del camino, no se mete con nadie, no creo que compita en exceso con su prole, se la llevarán para biomasa, pues ni siquiera para leña para calentar algún hogar del pueblo.
El corzo la goza con los nuevos brotes de hierba que salen en la pequeña pradera que hay dentro del propio hayedo, nos hemos aguantado la mirada durante un buen rato, pero al fin, y por si acaso, pone pies en polvorosa.
Para el que quiera disfrutar de este hayedo, son nueve kilómetros ida y vuelta desde Quintanilla de San Román hasta el Puerto de Carrales, un camino casi llano en su totalidad señalizado en los mapas como camino de la calleja bajera. Si alguien oye, además de a los pájaros, un pequeño murmullo, no se asuste , son las aspas de los molinos eólicos que están en el Pico Nava, pero desde el bosque no se ven. Un pequeño inconveniente de "las renovables".
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