Los de LA BOTA tenemos cierta querencia por la zona sur de Cantabria y norte de Burgos y Palencia. En esta ocasión recorremos una amplia zona del municipio de Valdeprado del Río, uno de los más desconocidos de Cantabria, y pasamos al vecino Valderredible alcanzando la cumbre del Bigüenzo y el pueblo de Loma Somera. Iniciamos la ruta en Arroyal de los Carabeos, hace fresco tan de mañana y a esta altitud, pero el día promete sol; la primavera apunta perezosamente y los prados van tomando color después del frío invierno. Enseguida alcanzamos al fondo el pueblo de La Aldea de Ebro, al que entramos por el puente frente al molino. Hacemos la primera parada para observar su caserío y las ermitas de la salida. Esta declarado bien de interés cultural como conjunto histórico.
Los dos chiquillos que llevamos, enseguida se encaraman a lo alto de su exenta espadaña.
Dejamos el Ebro y su Aldea y vamos camino de Mediadoro, quien junto con Malataja, Laguillos y Bustidoño, forman Los Riconchos. La subida es exigente aunque el trazado evita fuertes pendientes. En Mediadoro, a 1040 m. corre un aire que pela, nos refugiamos delante de la iglesia y tomamos un tentempié mientras charlamos un rato con Vidal, uno de los pocos valientes que aún quedan en la zona.
En Campoflorido retratamos al novillo tudanco de pelo largo, limpio, y menguadas carnes, señales inequívocas de que ha pasado el invierno al intemperie. Pero esta raza está preparada para este hábitat, por algo ostenta la titulación de autóctona.
En la pista que se dirige a Bustillo del Monte cogemos la desviación a la derecha y ascendemos al Pico Bigüenzo, cota máxima de Valderredible con 1287m. En su cumbre viene un viento forastero que jode a los del pueblo así que al socallo de la caseta del vigilante contra incendios comemos el bocadillo de media mañana, quitamos peso de la bota y vaciamos el termo de café. Las vistas son buenas, desde La Montaña Palentina a las de Alto Campoo, el pantano y parte de Valderredible, incluidos los molinos de La Lora.
Desde Bigüenzo nos dejamos caer hasta Loma Somera, por el camino asustamos a cuatro o cinco corzos que por allí pastaban, y llegamos al pueblo cruzando su empedrada Calle Mayor. El pueblo bien merece una visita, la iglesia con su mostajo, la fuente principal, la ermita, y en general todo su caserío antiguo o restaurado.
También es obligada la visita al roble La Piruta, majestuoso ejemplar al que Sito tuvo que abrazar hasta cuatro veces para recorrer su perímetro.
Nos costó encontrar a un lugareño en Loma Somera que nos informara del estado del camino para bajar al molino de La Renegada. Al fin lo conseguimos y hacia allí nos dirigimos por un antiguo, y a tramos empedrado, camino carretero. Por aquí pasa el G.R 99, "camino natural del Ebro", y los encargados de balizarlo han habilitado la zona con mesas y un panel explicativo del molino.
Aprovechando una de las mesas y el sol de mediodía acabamos con los víveres de la mochila.
Dejamos atrás el molino y por una bonita senda paralela al río nos dirigimos entre robles y otras especies de ribera, hasta el barrio de Aroco; un puente allí existente nos permite cruzar el río. Si Bigüenzo era el punto más elevado, ahora estamos en el más bajo de la ruta, unos 740m. No sabemos a la advocación de que santo se erigió la iglesia, lo que si sabemos es que ya ve la T.D.T pues a su campanario han anclado una reluciente parabólica.
Aroco es barrio de Arcera y para allá nos dirigimos por caminos a veces intransitables para las bicis, en este tramo se quiso oir ruido de sables por parte de algún botero en baja forma, pero la cosa no pasó a mayores. Al fondo vemos Bárcena de Ebro, un poco más arriba Reocín de los Molinos, y por fin damos vista al barrio de abajo de Arcera. Desde aquí una buena pista, primero entre rebollas y después entre pinos, nos llevará a la carretera, proximos al lugar de salida.
Han sido unos treinta y ocho kilómetros por esta olvidada y dura comarca, pero no escasa de belleza, tanto de sus pueblos como del entorno que los rodea, incluido el tramo del Ebro que aquí discurre sin alteración alguna. Ya estamos pensando en volver para el otoño.
Unas cervezas siempre tienen la culpa en los finales de ruta, en esta ocasión en la acogedora posada-cantina de Los Carabeos.
http://www.toprural.com/Casa-rural-habitaciones/Posada-Los-Carabeos_27159_f.html
Desde Bigüenzo nos dejamos caer hasta Loma Somera, por el camino asustamos a cuatro o cinco corzos que por allí pastaban, y llegamos al pueblo cruzando su empedrada Calle Mayor. El pueblo bien merece una visita, la iglesia con su mostajo, la fuente principal, la ermita, y en general todo su caserío antiguo o restaurado.
También es obligada la visita al roble La Piruta, majestuoso ejemplar al que Sito tuvo que abrazar hasta cuatro veces para recorrer su perímetro.
Nos costó encontrar a un lugareño en Loma Somera que nos informara del estado del camino para bajar al molino de La Renegada. Al fin lo conseguimos y hacia allí nos dirigimos por un antiguo, y a tramos empedrado, camino carretero. Por aquí pasa el G.R 99, "camino natural del Ebro", y los encargados de balizarlo han habilitado la zona con mesas y un panel explicativo del molino.
Aprovechando una de las mesas y el sol de mediodía acabamos con los víveres de la mochila.
Dejamos atrás el molino y por una bonita senda paralela al río nos dirigimos entre robles y otras especies de ribera, hasta el barrio de Aroco; un puente allí existente nos permite cruzar el río. Si Bigüenzo era el punto más elevado, ahora estamos en el más bajo de la ruta, unos 740m. No sabemos a la advocación de que santo se erigió la iglesia, lo que si sabemos es que ya ve la T.D.T pues a su campanario han anclado una reluciente parabólica.
Aroco es barrio de Arcera y para allá nos dirigimos por caminos a veces intransitables para las bicis, en este tramo se quiso oir ruido de sables por parte de algún botero en baja forma, pero la cosa no pasó a mayores. Al fondo vemos Bárcena de Ebro, un poco más arriba Reocín de los Molinos, y por fin damos vista al barrio de abajo de Arcera. Desde aquí una buena pista, primero entre rebollas y después entre pinos, nos llevará a la carretera, proximos al lugar de salida.
Han sido unos treinta y ocho kilómetros por esta olvidada y dura comarca, pero no escasa de belleza, tanto de sus pueblos como del entorno que los rodea, incluido el tramo del Ebro que aquí discurre sin alteración alguna. Ya estamos pensando en volver para el otoño.
Unas cervezas siempre tienen la culpa en los finales de ruta, en esta ocasión en la acogedora posada-cantina de Los Carabeos.
http://www.toprural.com/Casa-rural-habitaciones/Posada-Los-Carabeos_27159_f.html
2 comentarios:
Por supuesto que en otoño volvemos,con ensalada de pasta o sin ella.
Pedro dice: la prosa del profesor Alfonso es poco poética, como ya indicó el ilustre catedrático profesor Sito. ¡ Esto hay que mejorarlo !.
Bromas aparte fue una excursión muy bonita y pasamos un gran día.
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