miércoles, 11 de noviembre de 2009

DEL VALLE AL PARAMO




Nueva ruta otoñal esta vez desde las fértiles tierras de Valderredible al duro Páramo de la Lora. Bajamos despacio desde el Puerto de Carrales, en coche, haciendo paradas en el Fielato de Quintanilla (pasamos de largo por su bonita iglesia románica pues ya la conocemos),una vuelta por Soto y otra parada en Rucandio y Cejancas. Situémonos en el espacio-tiempo: noviembre, día lluvioso, martes, sur de Cantabria o lo que es lo mismo, pueblos vacios, eso si,casas arregladas, calles asfaltadas, alumbrado... pero falta el humo de las chimeneas y el sonido de los campanos de las vacas, eso que estamos en tiempo de "derrotas". En Polientes cogemos las bicis, seguimos el Ebro hasta Arenillas y Villota, lo mismo, no hay humo. Visto lo visto nos echamos al monte, la pared de la Peña Camesía nos llama, allí nos dirigimos, al Portillo de Toma y Daca 1176m. notable esfuerzo y buenas vistas; desde aquí imagino la algarabía por las calles de La Serna, Población de Arriba, de Abajo y de Salcedo, vemos también que están haciendo una carretera a la Torre Medieval de Ruerrero, o será una alucinación fruto del esfuerzo.LLegamos al Páramo, el viento arrecia, chubasquero, braga y no hace falta ser muy avispado para adivinar que los pequeños chozos que se reparten por allí son para luchar contra el Cierzo y el Regañón; por lo demás nada, soledad, páramo, un corral para refugio de ovejas y pastores semiderruido y dos tontos en bicicleta intentando llegar a Sargentes sin perderse, pues la niebla, que no la noche, nos confunde y a la vez hace el páramo aun más misterioso.
No conocí el alboroto que trajo "lo del petróleo" pero soy testigo del silencio y la pesadumbre de hoy doce de la mañana noviembre del 2009 en la plaza de Sargentes. Vemos un par de bombas camino de Ayoluengo, más adelante a nuestra derecha Valdeajos su iglesia en la loma y su bonita vega. En Barrio Panizares un descanso mirando al San Cristóbal de su iglesia que tuvo el valor de quedarse allí, no como nosotros que salimos pedaleando buscando alguien con quien hablar. No fue posible, así que a la aventura, otra vez al Páramo camino de Lorilla, pero esta vez las pistas de los eólicos, que no la noche, también nos confunden, así que al grito de ¡¡ a por ellos Sancho!! nos dirigimos a los molinos y como la providencia es sabia, en la distancia distinguimos la figura de un pastor, es curioso, vemos antes al pastor que a las mil cien ovejas que él guarda, pues ellas se mimetizan con el suelo del páramo. Enseguida salen a recibirnos no menos de media docena de mastines y otros cuatro lanas.Pero a una voz de Primitivo ( que así se llama el pastor de Basconcillos) todos a sus puestos. Dicen que los mastines protegen y defienden y los otros ( los de careo ) ayudan a guardar y a conducir el rebaño. Al final de la jornada, si están todos los mastines, también están todas las ovejas, pues a una que se quede hay un fiel protector a su lado. Charlamos un momento, nos hacemos unas fotos (que quedo en enviar por correo a Primitivo) y tras sus breves indicaciones continuamos ruta hasta toparnos con el Observatorio Astronómico , la verdad que buen sitio para mirar para arriba pues aquí abajo ya está todo visto. Con las mismas rumbo a Rocamundo (qué nombre tan sonoro) y otra vez a la civilización, Polientes, al coche y hasta la vista, los turistas nos volvemos a la burbuja.

1 comentario:

luis dijo...

Duro, descarnado, pero fiel retrato del invierno en el Páramo.