Llueve en Cantabria, es verano y nos apetece recibir un baño de sol. Hay que sobrepasar el Puerto de Pozazal, no queda otra solución.
Aparcamos en Aguilar de Campoo y ponemos rumbo al románico palentino. Bello ejemplo es esta iglesia de Vallespinoso.
Parece que el lema " por un románico abierto" va calando. Entramos en la iglesia y disfrutamos de esa paz interior rodeados de tanta piedra.
La tarde está maravillosa para el suave pedaleo. Choperas, encinas, rebollos, y campos de hierba y de cereal nos acompañan.
Estampa impresionista.
Hacemos una parada para observar la destreza de estos pescadores en el Pisuerga.
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