lunes, 15 de agosto de 2011

ALFOZ DE SANTA GADEA

Una vuelta en bici de montaña al municipio sirve de inicio de las fiestas de Santa Gadea, las de Montejo comienzan con un magnífico concierto en su iglesia a cargo de una soprano y una pianista. Algo está cambiando, afortunadamente. En ninguno de los dos sitios se corre detrás o delante de vaquillas o toros, y no será por falta de vacas. Comenzamos el recorrido en Santa Gadea de Alfoz, capital del municipio, pueblo más extenso de los tres y el que cuenta con mayor número de casas.
Todo el municipio es en general llano con suaves lomas alrededor y con extensas praderías tanto artificiales como naturales, lo que nos indica que la ganadería extensiva es el sector económico más importante en él.
Limitamos con tres valles, el de Valderredible y el de Valdearroyo de Cantabria, y el de Valdebezana de Burgos, así como con Arija y otro Alfoz, en este caso el de Bricia.



Tan cerca nos encontramos de nuestra vecina Cantabria, que incluso compartimos su autóctona raza de vacas, las tudancas, también el verdor de los prados e incluso los bosques de hayas y robles, nos indican que estamos muy al norte de la provincia de Burgos, y con clara influencia de los vientos húmedos del norte.


Bajando hacia donde antaño estuvo el molino Pontecía, dejaremos a nuestra derecha el Otero, el cual bordearemos pasando por la turbera Margarita, del vecino Herbosa.
Desde Poza las Cabras, con un fuerte olor a manzanilla silvestre, tenemos esta privilegiada vista de Montejo y de Higón, la figura de La Vieja a la izquierda y Barresuso a la derecha.




Un auténtico balneario todo el municipio y comarca para los jubilados, y el mejor campamento de verano para los niños que pasan aquí sus vacaciones.


El problema del envejecimiento de la población y el alto número de casas en las que solo vive una persona lo compartimos con el resto de la España rural del norte. No obstante, varios jóvenes que han optado por quedarse dinamizan lo que pueden la zona, sobre todo con la actividad ganadera, algo la construcción y un poco la turística.

Al fondo se recortan las Sierras del Cordel y del Tresmares y a la izquierda de donde nos encontramos, El Corral de Santa Gadea, comienza El Monte Hijedo, masa forestal de roble albar y otras especies, de enorme extensión y belleza.

Y en un claro de dicho monte nos encontramos el singular edificio conocido como La Cabaña de Hijedo, caserío, capilla, y cuadras para el ganado. Saldremos de La Cabaña en dirección a Peña Ermita y por el Pinadero llegaremos al Rebentón de Quintanilla, última cuesta de la jornada. Las vistas al pantano del Ebro nos indican que vamos en la dirección correcta, parece que ya se asoman las nieblas al Puerto del Escudo, por la tarde saldrá el Norte, y a pesar de ser agosto, los madrileños, e incluso los nativos nos tendremos que poner la rebequita.
Además del Monte Hijedo, común a todos los pueblos y al vecino Valderredible, Santa Gadea cuenta con otra importante masa forestal conocida como la dehesa, bonito hayedo en las proximidades del pueblo. De igual forma Higón y Quintanilla tienen sendas Matas o robledales en los aledaños del pueblo que además de ser auténticos parques, nutren de leña sus cocinas y de recursos, de vez en cuando, a sus pedanías. También existen importantes masas de pino de repoblación que después de muchos años por fin parecen un monte. Los fríos inviernos del Alfoz son soportables gracias a toda esta masa forestal que produce leña en abundancia, y también a la solidez de sus casas, de robustas paredes de piedra.



Llegamos a Quintanilla y una vez más me paro ante su majestuoso roble, que junto con el del Sesteadero de Higón son los abuelos de los miles de ellos que tenemos.


Existe en Quintanilla una pequeña necrópolis excavada en la roca y me parece que pendiente de señalizar, por parte de las autoridades, pues no andamos sobrados de recursos turísticos, caso de que nos hicieran falta.
Salgo de Quintanilla por el camino antiguo que me lleva donde se encontraba la ermita de San Miguel, hasta el punto de salida.





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