viernes, 21 de octubre de 2016

OTOÑO EN VALDERREDIBLE.

Una vez más, y no será la última, nuestras bicis ponen rumbo a esta comarca del sur de Cantabria, Valderredible. El otoño es una de las estaciones claves para disfrutar de la belleza de este Valle. Choperas, hayedos, escaramujos, mostajos y serbales, robles, espinos, y muchos otros árboles y arbustos nos ofrecen ese colorido característico de la época.




 La ruta parte de Castrillo de Valdelomar con la intencion de subir a La Lora cruzando el monte Ahedo.
 Las pequeñas iglesias románicas de los numerosos pueblos suponen un valioso patrimonio a mimar.
 También las otras iglesias, las rupestres, deben ser tenidas en cuenta como patrimonio valioso. Al lado de la espadaña de la foto está la de Santa María de Valverde, abierta al culto y a las visitas.
 Comenta Luis, que el monte Ahedo es el hayedo más meridiodinal de Cantabria, ahí queda el dato.
 No es La Toscana italiana, pero bien que puede parecerse.
 Con pausado pedaleo vamos ganando altura hasta alcanzar el Páramo de La Lora, no tenemos prisa, por eso hacemos nuestra la frase "solos iremos más rápidos, juntos llegaremos más lejos.
 No, no es el páramo lugar para solitarios, es frío, áspero, inhóspito se me antoja.
 En el chorco de los lobos hacemos la parada técnica, mejillones en escabeche, chorizo de ciervo, jamón y queso de Tresviso. La bota va y viene.

 Bajamos desde la Lora a encontrarnos con el Ebro en Villanuevade la Nía, desde aquí ponemos rumbo hacia varios pueblos matorrizos. Este es Rasgada de las Torres, bien orientado al sur, charlamos un rato con dos vecinos mientras cogemos agua de la fuente.
 Y este otro es Navamuel, iglesia y escuela merecen nuestra atención. Buenas vistas y buenos y purísimos aires se respiran. El siguiente será San Cristóbal del Monte.
Un paraiso para el pedaleo.
Después de varios kilómetros de subidas y bajadas, llegamos de nuevo a Castrillo. No puede faltar la visita a la iglesia, y aprovechamos para visitar la antigua cantina. Hemos llegado varios años tarde, pero aún así conocemos de su historia por boca de su dueña: fue cantina, tienda de ultramarinos y almacén de vinos, además de fonda. Tenemos también la suerte de ver el lugar casi tal cual estaba. y por supuesto, como en otras cantinas, la bolera se encontraba a su vera.
Un placer de jornada.
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=15198958

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