sábado, 18 de octubre de 2014

CALOCA-PIEDRASLUENGAS.


Todo lo que tiene de sonoro el nombre que pongo a esta ruta , lo tiene de silencioso su discurrir. Y si algo interrumpe esta quietud serán los campanos de las vacas, algún pájaro, o el alocado viento ábrego.
Desde Pesaguero subiremos hasta Caloca por la carretera poniendo a prueba nuesta mediocre forma física, pero a mitad de camino nos sorprende gratamente este lugar donde se encuentra la ermita de San Roque. Parece que se cobija en la peña que tiene a su espalda, Peña Cigal, perfecta morada de buitres.
 Después de tomar un té de la zona con unas gotas de orujo y de callejear un momento por Caloca, seguimos ascendiendo por el hayedo hasta coronar el puerto de las Sierras Albas, seguimos con esta preciosa toponimia, creo que esto hace referencia a lo nevadas que suelen estar sus cumbres.

 Hemos pasado ya a tierras castellanas por el camino que siempre  hicieron los lebaniegos antes de la existencia del Puerto de Piedrasluengas, y que utilizaron para sus trueques, trigo por productos típicos o aperos y utensilios de madera.
 Desde el mirador del Puerto de Piedrasluengas tenemos una buena vista a los bosques de Liébana y a Los Picos. Nosotros abandonamos la carretera para bajar por el camino que atraviesa el monte y disfrutar de las distintas tonalidades del hayedo en esta época del año.
 Así llegamos a uno de los numerosos pueblos de la comarca, Cueva, foto a la iglesia. También a la huerta con sus berzas de asa de cántaro que están a la espera de acompañar a las alubias o a los garbanzos, que estamos en Liébana y aquí el cocido es de garbanzos.
 Siempre prestando atención a las construcciones típicas.
Tudancas, ratinas y casinas, todas ellas acostumbradas a ganarse el pasto en buenas y malas condiciones.
Otra interesante ruta por los caminos de esta tremenda comarca lebaniega, seis ayuntamientos y mas de cien pedanías. Que nos sigan respetando las lesiones que falta mucho por recorrer.

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