domingo, 30 de mayo de 2010

MONTE HIJEDO. PATA NEGRA.

Siempre que vayas al Monte Hijedo volverás con la sensación de haber pisado un sitio único y cada vez más escaso, una enorme masa forestal de distintas especies pero con predominio del roble albar, y sobre todo un espacio donde la biodiversidad y la convivencia de distintos seres vivos, tanto animales como vegetales, son un claro ejemplo de la importancia de todos y cada uno de ellos. Por eso el respeto y cariño por el "monte" (nombre con el nosotros lo conocemos) se va transmitiendo de generación en generación, sirve como testimonio esta imagen del abuelo, hijo y nieto, junto a uno de los varios tejos centenarios que se encuentran dispersos y abrazados cada uno de ellos a su correspondiente roca.
Si el camino lo haces con niños y con adultos que sepan distinguir las distintas especies, el viaje será altamente instructivo para todos. La pequeña rana bermeja que encontramos entre la húmeda hojarasca sirve para hacer una de las muchas paradas didácticas del trayecto; posterirmente sería un pequeño tritón alpino que tranquilamente descansaba en su charca llena de hojas.
Si la especie por excelencia es el roble albar (querqus petraea) existen muchas más que también merecen la pena, roble común, hayas, acebos, avellanos, abedules, mostajos, manzanos y perales silvestres, espinos, salces, los ya mencionados tejos, y algún ejemplar de álamo temblón como el de la foto inferior. Bellísimo árbol que se encuentra en el prado de "La Cabaña", y cuya caracterísca es ese peculiar campanilleo de sus hojas incluso en ausencia de viento.
Pero este bosque ya decimos que es más que árboles, vimos orquídeas, arándanos, y muchas más flores y pequeñas plantas que los entendidos conocían y apreciaban por distintos motivos. De su riqueza en setas ya los aficionados conocen, no vamos a dar más pistas. Por cierto es coto.



Como para valorar las cosas hay que conocerlas, existe un circuito balizado de unos doce kilómetros que es el que nosotros hicimos y que parte cerca del pueblo de Santa Gadea, en Burgos. Pasa por el edificio de la foto inferior conocido como La Cabaña, construción peculiar y bien conservada en la actualidad, cuyo origen se remonta a principios del siglo pasado como lugar de veraneo de un insigne personaje del lugar.
El circuito se sale un momento del monte, pero casi se agradece y así se tiene buena vista de las distintas formaciones de roca arenisca que salpican la zona, también de los pastizales llenos de ganado y de una pequeña turbera que también tiene un alto valor ecológico por las distintas especies que alberga, brezo de turbera, flores de algodón etc.


Cualquier estación del año es propicia para la visita, ahora está verdaderamente precioso con su hoja recién estrenada, en otoño ¡qué os voy a contar!, pero el invierno es muy peculiar también, con su silencio y su negrura, Si vais en pleno verano el calor y las moscas serán el mayor inconveniente.





domingo, 23 de mayo de 2010

VALDELOMAR-CASTRO BERNORIO

Una vez más comenzamos nuestra ruta en el sur de Cantabria, en Santa María de Valverde, junto a la iglesia rupestre y el Centro de Interpretación del mismo.Cruzamos lo que resta del Valle de Valdelomar hacia el oeste por su camino real y llegamos a Cezura, ya en Palencia, recomendable visitar su restaurada iglesia.
Llegados a Helecha de Valdivia nuestro objetivo es la conquista del castro Monte Bernorio, pero sin más pretensiones que las de gozar de sus vistas, y cada uno con su imaginación y alguna lectura de cántabros contra romanos, recrear épocas pasadas.

Desde la planicie del castro observamos la Montaña Palentina con sus nevadas cumbres, Aguilar y su pantano, el Sestil y el Tres Mares y debajo las tierras de cultivo.

Rápido descenso desde el castro hasta Villarén donde hacemos una parada en su ermita rupestre.

Continuamos por una bonita carretera entre sembrados que nos llevará por Pomar y Revilla hasta Covalagua.



Justo antes de Covalagua y a la sombra del haya centenaria damos buena cuenta de nuestras viandas.

El paraje de Covalagua aparece frondoso y rebosante del líquido elemento, las hayas con su recién estrenada hoja, los espinos en flor, hasta orquídeas aparecen, sólamente a las rebollas les faltan unos días para tapizar totalmente sus copas.



Dejamos Covalagua y ascendemos hasta el mirador de Valcabado dejando atrás la cueva de los franceses. Si desde El Bernorio las vistas eran buenas, desde aquí son espectaculares: el páramo, Peña Amaya, La Ulaña, Valderredible, hasta el castro Valnera se ve al fondo. Y a nuestros pies las copas de las hayas del monte Ahedo.


Tenemos que descender otra vez a Valdelomar y como llevamos buen guía, nos mete en la trampa. Pero la trampa no es para nosotros sino para las "fieras y alimañas" que en otros tiempos invadían montes y caminos de la comarca, según consta en las antiguas ordenanzas de 1658 sobre el uso del llamado "pozo de los lobos". Magnífica cabaña de vacas ratinas pastan a su alrededor, pocas quedan ya de esta noble raza.

Desde el pozo los lobos cruzamos dos veces, a distinto nivel, el monte Ahedo, y en rápido descenso acabamos en la iglesia de Castrillo, a la sombra del campanario, que aprieta la calor.

Después de 42 km. y mucha historia tras nuestros pasos, llegamos de nuevo al punto de partida. Otra vez estos estupendos vehículos que son las bicicletas, nos han permitido pasar una estupenda jornada y realizar un recorrido que andando nos resutaría excesivo y en coche imposible.

Estrenamos el bar abierto recientemente junto al Centro de Interpretación y como siempre unas cervezas y unas risas despiden la excursión. Comenzamos a preparar la siguiente.

Más sobre Valdelomar :http://asociacionvaldelomar.blogspot.com/2009/12/romanico-en-valdelomar-cezura.html









domingo, 2 de mayo de 2010

HAYEDO DE CARRALES

Pues ya lo dice el cartel, Quintanilla de San Román, pero ¿dónde diablos está este pueblo?, será difícil encontrarlo, pero si insistimos y nos acercamos al norte de Burgos preguntando por Valdebezana, quizás alguno nos pueda orientar, no es seguro. Lo de Partido Judicial de Sedano ya es una gran pista, pista de belleza, pista de despoblamiento, pista de uno de tantos tendentes a desaparecer, o no. De momento la iglesia románica se mantiene en pie después de años y años, puede que sea la señal de que no todo está perdido.
No me gustan nada de nada las ramas del sauco que se van aproximando a la ventana, conozco de su querencia por las casas abandonadas y los corrales huérfanos. Es esta fachada norte y los antiguos sabían que las ventanas debían de ser muy pequeñas.

Comienza a la vera de esta casa el camino que nos interna en el hayedo de Carrales y que en el día de hoy presenta un inmejorable aspecto para su disfrute.


Con el haya ocurre que cuando la hoja apunta es una verdadera maravilla poder contemplarla, por su color verde fosforito y por su textura aterciopelada, pero dura pocos días , después el verde se oscurece y la hoja se pone más dura. Sucede lo mismo en otoño, los ocres aparecen y desaparecen en pocos días. El camino es muy cómodo, rezuma humedad todo él, hoy estaba especialmente bonito, por lo dicho antes y por la fina lluvia que estaba cayendo.

Hoy día de la Madre, asocio la festividad a la marca amarilla que le han puesto al tronco del haya, madre de muchas de su alrededor, pues es la mas vieja que observo. Están haciendo una "limpia" o "entresaca" y a ésta también le toca, ¿por qué ? está a la orilla del camino, no se mete con nadie, no creo que compita en exceso con su prole, se la llevarán para biomasa, pues ni siquiera para leña para calentar algún hogar del pueblo.
El corzo la goza con los nuevos brotes de hierba que salen en la pequeña pradera que hay dentro del propio hayedo, nos hemos aguantado la mirada durante un buen rato, pero al fin, y por si acaso, pone pies en polvorosa.

Para el que quiera disfrutar de este hayedo, son nueve kilómetros ida y vuelta desde Quintanilla de San Román hasta el Puerto de Carrales, un camino casi llano en su totalidad señalizado en los mapas como camino de la calleja bajera. Si alguien oye, además de a los pájaros, un pequeño murmullo, no se asuste , son las aspas de los molinos eólicos que están en el Pico Nava, pero desde el bosque no se ven. Un pequeño inconveniente de "las renovables".