miércoles, 30 de junio de 2010

LA DISFRUTADA RUTA DEL SEÑOR CAYO

En esta ocasión el grupo RUEDA LA BOTA propone dejar atrás las altas cumbres y brañas de Cantabria huyendo de la temida niebla que nos suele acompañar, nos decidimos por la comarca del Norte de Burgos desde Sedano hasta Soncillo.
Decía Miguel Delibes, gran conocedor y amante de de la zona: tal vez la parte de Castilla menos exaltada literariamente, aunque no la menos bella, donde los ingentes plegamientos y sus peculiaridades vegetales, que preludian las tierras del norte, se conjugan con el clima extremoso y los cielos hondos y azules propios de la Castilla llana.
Tomamos la salida en Sedano camino de Gredilla siguiendo el curso del rio del mismo nombre y disfrutando de los frescos aromas de la mañana, suave pedaleo entre nogales de hermoso porte que tan bien describió el maestro antes referido en "siestas con viento sur".
Una visita a la iglesia de Gredilla y continuamos subiendo, ahora entre sembrados y barbechos cubiertos de amapolas, camino del dolmen El Moreco, uno de tantos que salpican la comarca.

Culminando la subida aparece ante nosotros la gran depresión conocida como La Hoya de Huidobro, un gran embudo tapizado de hayas en cuyo fondo se sitúa la semiabandonada población. Un espectáculo para los sentidos y una gran desolación al llegar al pueblo y contemplar el estado ruinoso en que se encuentra su bella iglesia románica, preludio de otras muchas que encontraremos más adelante. Sabemos que es mucho el patrimonio a mantener, pero seguro también que falta iniciativa y no sólo medios.
Salimos de La Hoya por el barranco dirección norte y paralelos al arroyo, viejas hayas nos acompañan en este bonito y cerrado tramo. Dejamos atrás las poblaciones de Cubillo, Porquera y Dobro y llegamos hasta Ahedo de Butrón, bonito caserío e iglesia.


El sendero que tomamos nos llevará hasta Tudanca donde el apetito y el entorno nos obligan a hacer la parada del día.
Para algunos de los que no conocían el camino, aquí nos tropezamos con la primera emboscada del día, la subida por el paso de Los Tornos, donde la pendiente a superar y el calor junto con el peso de mochilas y bicis nos hacen sudar.
Enseguida volvemos a encontrarnos con el Ebro que nos acompaña hasta Cidad, donde tomamos un refrigerio amablemente servido por el paisano del centro social.



San Miguel de Cornezuelo y Consortes serán nuestros próximos destinos, el primero con bonito caserío de estilo montañés, a la vera de lo que seguro fue un importante camino y el segundo que nos servirá de entrada para otro tramo pleno de vegetación y frescura que nos lleva por Lándraves y.... segunda emboscada, si la primera era para alpinistas, ésta lo es para anfibios, hemos de seguir el cauce del rio, no cruzarle, si queremos atravesar el desfiladero de Las Palancas, estrecho paso entre dos murallas de roca, y hemos de darnos prisa, que las nubes amenazan tormenta y a buen seguro que no es el mejor sitio para que nos atrape.


Justo a la salida se dejan caer las primaras gotas de lluvia, nos queda todavía sufrir un rato de la fuerte subida hasta alcanzar la población de Munilla, en algún sitio he oído que era pueblo de buenos canteros.
No comparto la reciente moda de cerrar los portales de las iglesias con llave, llegamos lloviendo y hubiéramos agradecido tener un lugar de asubio. Otro edificio de gran valor y en peligro.
Después del descanso y de la charla con el paisano de Munilla, emprendemos la marcha que nos llevará por las Torres hasta Soncillo. Parte del camino hacia el puerto decidimos hacerlo andando, disfrutando de la húmeda tarde que potencia los olores de madreselvas y rosáceas que bordean el tramo. Hemos recorrido 62 km. llegamos a Soncillo donde nos espera el hotel El Capricho de Clemente. Una fuerta tromba de agua que nos viene perdonando desde hace rato, descarga sobre las calles, pero al refugio de los soportales, en la terraza del establecimiento, hidratamos abundantemente el cuerpo que mañana continuamos.



Amanece fresquito y con fina lluvia en Soncillo, bien desayunados y saldada la cuenta con el hotel, comprobamos que nuestras bicis se encuentran en buen estado, ningún pinchazo.
Lentamente, calentando piernas, llegamos a Virtus, nos hacemos la foto con el castillo al fondo y continuamos por camino a Cilleruelo de Bezana y San Román para adentrarnos en el Monte de Carrales.

Noche de lluvia, mañana de barro, ya lo dice la copla y Pedro se esforzaba en recordar, pero enseguida el camino mejora y da gusto pedalear por el interior del hayedo que nos lleva hasta el mismo Puerto de Carrales. En Villanueva de Carrales seguimos las indicaciones de un veraneante que disfruta de la soledad del pueblo junto a su familia y por un largo camino bajo el Páramo de Bricia llegamos a Crespos.

Nos recibe este bello pueblo con fuente de agua fresca, grandes nogales para ponerse a la sombra ,las cerezas a punto de caramelo y su joya románica de primera mitad del S. XII. Sitio perfecto para hacer el primer avituallamiento y darle un apretón a la bota.
Subimos a Población de Arreba, salimos por la Calle Real en dirección a Báscones de Zamanzas, caserío metido entre el bosque en el que destaca su iglesia. Llegados a Gallejones hubiera sido más acertado seguir por Rampalay hasta Pesquera, teníamos previsto subir a Turzo y eso hicimos, desde aquí disculpas por el esfuerzo exigido, si bien la bajada a Pesquera desde Turzo siguiendo el G.R 99 también hizo las delicias de los amantes de la BTT.


De nuevo la amenaza de tormenta, junto con el calor, invitan a ponernos a cubierto para comer. Y así fue, la tormenta vino al poco de coger la pista hacia Cortiguera, la nube descarga, pero como hace buena temperatura unos deciden ponerse los chubasqueros, otros se quedan como estaban y alguno hasta se quita la camiseta.
En Cortiguera buscamos al Señor Cayo pero no damos con él, una pena pues queríamos agradecerle el que nos haya inspirado buena parte de la ruta. Pero se acabaron los Cayos y los Hidalgos, sólo los blasones de los palacios y las portadas de las mutiladas casas han quedado como testigos.

Después de la lluvia caída y de visitar lo que queda de Cortiguera, el camino sigue mostrándose generoso con nosotros; tenemos unas formidables vistas sobre el cañón del Ebro, y cuando no le vemos oimos su discurrir al fondo.
Dejamos a la derecha el camino que baja a Valdelateja y seguimos ascendiendo hasta alcanzar de nuevo el páramo con sus sembrados. Por fin toca bajar, las piernas piden ya un descanso, llegamos a la carretera que se dirige a Nocedo, pero nosotros nos vamos para Sedano que nos espera una cerveza fresquita.
Quizás para dos días ha sido un recorrido excesivamente largo, pero no sólo por el esfuerzo exigido sino sobre todo porque abarcar, disfrutar y reflexionar sobre todo lo visto lleva mucho más tiempo. Merece la pena.












martes, 15 de junio de 2010

POR LOS PICOS DE EUROPA

Somos unos auténticos privilegiados por la proximidad a la que nos encontramos del maravilloso entorno que son Los Picos de Europa.
De los tres macizos que los componen, elegimos esta vez circunvalar el Oriental o Macizo de Andara, para ello salimos desde Potes, llegamos a Bejes por el Collado Pelea, ascendemos de nuevo a Sotres y contrarios al curso del Río Duje alcanzamos Áliva. Sólo resta bajar a Espinama y ya por carretera alcanzar otra vez Potes. Así contado parece sencillo, nada más lejos de la realidad. Además de superar importantes desniveles, en Picos y un día como éste, hemos de afrontar una climatología muy especial, las cuatro estaciones a lo largo de las nueve horas y pico que tardamos.
Los primeros kilómetros los hacemos por carretera hasta Cabañes, pasando por el bonito castañar de Pendes. En Cabañes un plátano y pie a tierra, las primeras rampas del camino a Pelea sólo son asumibles para nuestro colega Ricardo (una pena que no pudo venir). Cuando acaba el camino de hormigón montamos en nuestras bicis y conseguimos llegar al collado donde el fuerte viento acompañado de lluvia no nos permite hacer parada.

Si la subida es exigente por el esfuerzo, la bajada lo es por la pericia. Así que hay que tomárselo con mucho sentido del humor y no soltar los frenos pero tampoco pasarse con la frenada, en fin, un lío.
Las vistas sobre Bejes y sus invernales son impresionantes, desde este pueblo seguimos el camino minero salvando un importante desnivel hasta el Vao los Lobos, ya unos paisanos nos advierten en Bejes que íbamos a "sudar la bragueta" y no andaban equivocados.
Hemos dejado atrás las bonitas vistas sobre la canal de Urdón y la senda que sube a Tresviso, cruzamos el Monte la Llama y el Jito Escarandi y empapados y castañeando los dientes llegamos a comer a Sotres.
Con el estómago lleno y la ropa seca, que no el calzado, nos internamos en la cuenca del río Duje, divisoria de los macizos oriental y central. Parece que la lluvia nos da un respiro y la niebla también nos permite ir disfrutando del camino, no así de las cumbres de los picos, otra vez será. Llegamos a las vegas de Sotres, grupo de invernales que aprovechan el llano que forma aquí el paisaje, gracias supongo a la cuenca glaciar que dejaron los remotos hielos desde aquí hasta Áliva.
Nos cuesta alcanzar las praderías pero realmente el esfuerzo bien merece la pena. Es impresionante observar este manto verde salpicado de vacas, ovejas y caballos después de tanta roca. La mejor parte pernece a Cantabria, dice la leyenda que los lebaniegos emborracharon al gallo de Espinama que dio la salida antes que el de Sotres a la carrera que echaron un vecino de cada pueblo. El punto donde se encontraron marcó el límite de términos.
Ante nuestros ojos aparece la ermina de la Virgen de la Salud, que puede que nos haya protegido en el duro camino que traemos, además nos ha puesto el sol en lo alto y eso si que es gloria bendita.
Rematamos la tarde con esta tierna estampa de una de las muchas vacas y terneros que disfrutan de esta extensa pradería a casi 1500 metros de altitud.

Dejamos atrás Áliva y los altos picachos y en un vertiginoso descenso nos plantamos en espinama.


Para finalizar la excursión, nada como un fuerte apretón a nuestra querida BOTA. Sólo resta bajar a Potes por carretera disfrutando también de los pueblos lebaniegos.
Han sido setenta kilómetros de bicicleta por una de las rutas más duras que hemos hecho, pero ha merecido la pena.
Ahora cuidado con la carretera y el coche que es lo más peligroso de salir a la montaña, por eso Sito que ama mucho la vida le advierte al chófer: "cuidado pollo que este desfiladero esta más ajustado que los tornillos de un submarino".