jueves, 8 de abril de 2010

CAMINO DE LA BRENA

Buena tarde se presenta para dar uno de mis paseos favoritos, cielo despejado, sol en lo alto y cierzo a la espalda. Cogemos el palo y enseguida el perro se pone nervioso ante lo que él adivina una buena excursión. Atravesamos la mata, por cierto entre que están los robles sin hojas y la última subasta, clarea en demasía. Ya vendrán tiempos mejores. Pasada la mata nos metemos en Cuyuela donde los peques se lo pasan en grande trepando por las moles de roca arenisca, o metiéndose en las pequeñas cuevas, los dujos ya no tienen abejas así que no hay miedo a su ataque.
El buitre toma apaciblemente el sol desde su vivienda mirador, nos permite un buen rato que le observemos y acto seguido se deja caer sin esfuerzo y remonta el vuelo. Al poco de abandonar nosotros nuestra posición, el buitre retorna a su nido. Es verdaderamente bonito verlos salir y entrar en el nido.
Desde el alto la Brena tenemos uns sensacionales vistas, al saliente los castros y varios pueblos de Bricia y Valderredible, al sur y a lo lejos La Serna y Asoma el Toro, a nuestros pies negrea el Monte Hijedo aun sin hoja, y al gallego asoman las cumbres blancas del Tres Mares y El Cuchillón.

Llegamos a la Brena, refugio de ganados y caseta de los pastores, que antes usaban incluso para dormir y proteger a los rebaños del temible lobo. Un corzo sale a toda pastilla en cuanto se percata de la presencia del perro, aún asi nos da tiempo a observar su veloz huída. Un poco más adelante se encuentra la cueva del Infierno, la vegetación casi la tapa, y de su parte superior siguen cayendo pequeñas cascadas que mantienen las matas de helechos siempre verdes.
Aprendo de mi padre dónde está fuente la churra y pasando el portillo, que él recuerda penoso de subir con los carros cargados de leña de Hijedo, otra fuente llamada fuente legaña. Lo de la toponimia engancha.

Encaramos ahora el cierzo y disfrutamos de las vistas: las rasas, el pastizal, la mata, la dehesa de Santa Gadea, Arnedo, Herbosa, Pico Nava y sus molinos, el pantano y al fondo las montañas pasiegas.
Como nos pilla de paso, es obligada la visita al roble del sestiadero, y como no se entiende por las personas mayores del lugar el pasear por pasear, pues se acarrea un leñazo seco del propio roble que no le vendrá mal a la lumbre.





3 comentarios:

Maite dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Maite dijo...

¡Ay compi como te tira el monte!. Mucho estabas tardando en hacer una de las tuyas. Te diré que hasta en la forma de escribir se te nota ( poéticamente hablando). Cuando a uno le gusta mucho una cosa ¿ qué le pone? mucho entusiasmo, elaboración y dedicación. Así es la vida!!!

Severina dijo...

Todavía estaba yo saboreando la tarta Sacher y los bombones Mozart y tú ya trotando por un monte mucho más querido que cualquier cima austríaca.Los viejos de mi pueblo tampoco entienden lo de pasear por pasear, al monte se va a algo útil o se pone como excusa algo útil. Los que hacen la ruta del colesterol son considerados unos flojos...