viernes, 26 de febrero de 2010

ROMÁNICO Y PRERROMÁNICO POR EL BESAYA


Ya hace varios días que había hecho la reserva metreológica para hoy viernes, en mi página favorita del tiempo. http://www.ceam.es/ceamet/modelos/GFS/WZ/gfs_3.html Y una vez más no me defraudó. Salió un día excepcional.

Comienzo la ruta en bici dando un paseo por los alrededores del palacio de Los Hornillos, en Las Fraguas, construción de estilo inglés en medio de una inmensa finca con estanque y buenos árboles.
En sus inmediaciones se encuentra el partenón, iglesia de San Jorge, que no deja de asombrarnos por lo peculiar de su estilo en estas latitudes, neoclásico dicen las guías, en cualquier caso muy laborioso por lo perfecto de sus columnas y sillares.



Desde Las Fraguas continúo hasta Molledo por la nacional, ahora se va bien con la bici por lo escaso del tráfico, y desde aquí a Silió, una foto a la iglesia románica de San Facundo y una vuelta por el pueblo. Hay algo de movimiento, unos sacando el abono de sus cuadras, otros preparando las huertas, las mujeres a la frutera ambulante, en fin, como siempre ha sido en el pueblo.

Desde Silió siguiendo las indicaciones de un señor me dirijo a Helguera por una cambera entre cercas de prados, cruzo el Besaya, que estos días baja bravo, y hago una parada en la pequeña iglesia mozárabe de Santa Leocadia, conserva su típico ábside rectangular y los modillones que sujetan el alero.



Desde Helguera continúo por Iguña pero ahora por la carretera paralela a la nacional, hasta San Juan de Raicedo, donde hago el primer avituallamiento de la mañana junto a la iglesia románica, mucho más pequeña que la de Silió pero de bellas proporciones, a excepción del añadido lateral, que hay gustos que merecen palos, decía aquel. Lo del avituallamiento es porque aquí empiezan los cuatro km. que tengo que superar hasta llegar a Bostronizo.



Bostronizo es una buena atalaya para observar todo el Valle de Iguña, tiene además un interesante caserío y como curiosidad el cercado de sus fincas, con grandes lajas de piedra. Desde el pueblo me quedan casi cuatro km. de bajada por pista hasta llegar a la ermita mozárabe de San Román de Moroso. Emplazada en el interior de un robledal, el sitio rezuma tranquilidad, que aprovecho para comer el bocadillo oyendo los primeros pájaros de la ya deseada primavera y el rumor del arroyo que discurre a mis espaldas. Más no se puede pedir. Vuelvo a subir hasta Bostronizo y desde aquí en fuerte bajada llego otra vez al punto de partida. Precioso día de sol, valioso arte y un poco de deporte. Lo peor la zona que me une a la bici (sálvese la parte) pues hacía tiempo que no practicaba.






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