Es buen día hoy, tanto oir hablar de frío, para recordar este paseo en raquetas desde Proaño hasta el collado Rumaceo. Ahí tenemos esta bonita estampa de la Torre de Proaño a 970m. de altitud, donde vivió y desarrolló la mayor parte de su obra ,como historiador y literato, Don Angel de los Ríos "El sordo de Proaño".
Este simpático mastín nos acompaña, eso sí, abrimos nosotros la huella, que de tonto tenía sólo la cara. En la cabaña del fondo el primer avituallamiento, los de La Rueda la Bota no se andan con chiquitas.
Alguna vez os he hablado del silencio de las vísperas de nevar, existe esa magia, pero en medio de la nevada es aún mayor, por eso le queda muy bien el sepia a la espalda de Luis que va pensando " en lo suyo" mientras se acerca a la Sierra del Cordel.
Pues hemos llegado, no sin esfuerzo, estamos en El Collado Rumaceo 1.693 m. de altitud, hemos subido algo más de setecientos metros, creo que nos hemos ganado la comida.
Por lo tanto Roberto y Luis, realizando las tareas propias de su género, se disponen a poner la mesa.
Y ya sin más, cómodamente situados y con las maravillosas vistas de los puertos de Sejos a nuestros pies, daremos cuenta de viandas, bota y café.
Es buen día hoy, tanto oir hablar de frío, para recordar este paseo en raquetas desde Proaño hasta el collado Rumaceo. Ahí tenemos esta bonita estampa de la Torre de Proaño a 970m. de altitud, donde vivió y desarrolló la mayor parte de su obra ,como historiador y literato, Don Angel de los Ríos "El sordo de Proaño".
Este simpático mastín nos acompaña, eso sí, abrimos nosotros la huella, que de tonto tenía sólo la cara. En la cabaña del fondo el primer avituallamiento, los de La Rueda la Bota no se andan con chiquitas.
Alguna vez os he hablado del silencio de las vísperas de nevar, existe esa magia, pero en medio de la nevada es aún mayor, por eso le queda muy bien el sepia a la espalda de Luis que va pensando " en lo suyo" mientras se acerca a la Sierra del Cordel.
Pues hemos llegado, no sin esfuerzo, estamos en El Collado Rumaceo 1.693 m. de altitud, hemos subido algo más de setecientos metros, creo que nos hemos ganado la comida.
Por lo tanto Roberto y Luis, realizando las tareas propias de su género, se disponen a poner la mesa.
Y ya sin más, cómodamente situados y con las maravillosas vistas de los puertos de Sejos a nuestros pies, daremos cuenta de viandas, bota y café.
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