jueves, 17 de diciembre de 2009

BRAULIO, OCHENTA Y SUBIENDO.




Como a muchos otros, la guerra marcó tu niñez y la posguerra tu juventud. La nacesidad te privó de la escuela, la misma necesidad que te llevó a trabajar al colegio de Toro, donde te hiciste autodidacta. Después vendrían Bilbao y Barcelona, pero el humo de las fábricas bilbaínas y las colas de parados en las aceras de la Barcelona de 1.947 supusieron el definitivo retorno, quizás también como otros, pensaste que nadie pasa hambre en la tierra que conoce y ya sólo la mili te sacaría del pueblo. De aquello guardas la pasión por la montaña pirenaica y el cariño a los navarros.

Las cuatro décadas siguientes familia numerosa, alegrías, penas, trabajo, un poco de todo y mucho de nada. En el 90 una pérdida irreparable y en la actualidad la única enfermedad el silencio; su remedio la conversación.

Algunos buenos amigos, ningún enemigo y multitud de conocidos a los que lo mismo haces de guía turístico que enseñas un árbol o un fósil o si la ocasión lo merece recitas el Tenorio.

Con tus defectos y tus virtudes aguanta, que sólo son ochenta. FELICIDADES.

3 comentarios:

luis dijo...

Como el viejo roble del sesteadero, aguanta Braulio. Eres la memoria viva del Monte Hijedo.

Severina dijo...

Mi Braulio se llama Floro. Cumplió ochenta y dos en septiembre, recién salido del hospital, por una operación de carburador.La única diferencia es que en vez de emigración hubo mina. Lo demás, vidas paralelas, sobre todo en lo que a dificultades se refiere. Ahora acaba de pasar el fin de año y entrada del nuevo dirigiendo y trabajando en la matanza. Como bien dice Luis, son como robles. ¡Felicidades, Braulio, aunque un poco retrasadas!

Elías dijo...

Estoy de acuerdo, Braulio es como los viejos robles de Hijedo.Los barcos de la Armada Invencible llevaban buena madera. Salud y larga vida, amigo mío.